Ábrete mundo.

Versija na medžuslovjansky Versjon in Folksprak

El 28 de abril de 2025 tuvimos un fallo eléctrico que dejó sin suministro a toda la península ibérica, incluidas Portugal y toda la España peninsular. Desde el punto de vista personal fue una experiencia curiosa.

Estaba en la oficina cuando se fue la luz y al principio imaginamos un fallo eléctrico en a propia oficina. Salí a las escaleras a ver si también se había ido la luz en el resto del edificio y si, todo el edificio estaba sin luz y dos limpiadoras andaban por allí iluminándose con sus teléfonos móviles y comprobando que nadie se había quedado atrapado en los ascensores, lo que fue una suerte porque es un edificio de veintitantos pisos.

Tenía una reunión de trabajo fuera de la oficina, así que allá me fui. Al salir a la calle me sorprendió descubrir que también estaban sin electricidad los edificios colindantes, caminando un poco más descubrí que tampoco funcionaban los semáforos, pensé si habría fallado el suministro eléctrico en toda la manzana o en todo el barrio. Al llegar al lugar de la reunión, tampoco había electricidad, por lo que hubo que suspender la reunión porque la sala de reuniones no tenía iluminación natural. Esperamos en la terraza de una cafetería tomando algo y haciendo tiempo mientras no volvía la luz y empezaron a llegar rumores de que se había ido la electricidad en toda España... y también en Portugal, al parecer también en el sur de Francia. Claro está, se especulaba con cual podría ser la causa, se recordaba que unos días antes el presidente francés Emmanuel Macron había recomendado a los europeos tener preparado un kit de supervivencia ¿Era por esto? Se especulaba con que si podría tratarse de un ciberataque de la Federación Rusa, quizá previo a un ataque militar, o de Estados Unidos o Israel, con los que recientemente España había tenido algún rifirrafe diplomático. En ese momento no descartaba ninguna opción y, recordando mis aprendizajes de niño de la Guerra Fría, viendo que alrededor mío había bastantes cristaleras, me fijé en donde podía parapetarme para protegerme de la onda expansiva de una explosión nuclear si en un momento dado veía un resplandor grande y sospechoso.

Nos empezó a llegar información boca a boca, por la que al parecer el apagón afectaba a España, Portugal y sur de Francia, no al resto de Europa. La noticia me resultó tranquilizadora, si en Polonia no se había ido la luz y no había noticias de tanques rusos cruzando su frontera, quería decir que el apagón no era una operación de guerra electrónica preparatoria de acciones militares más serias ¡Uffff! En aquellas primeras horas a algunas personas aún les funcionaba la mensajería electrónica, no las llamadas de teléfono convencionales, pero más tarde todo el mundo se quedó sin mensajería.

Cuando desistimos de celebrar la reunión de trabajo, volví a la oficina, recogí mis cosas y me fui a recoger a mi hijo al colegio, a la hora de salida habitual. El ambiente por la calle era bullicioso, hacía muy buen tiempo y la calle estaba llena de gente al haber abandonado muchos de ellos sus lugares de trabajo. Por el camino me dio tiempo a parar en una ferretería a comprar bombonas de campingás, porque no estaba seguro de tener suficiente gas en casa para mi hornillo de camping. En la ferretería había bastante cola de gente comprando linternas y hornillos de campingás, había que apagar en metálico e iban apuntando las ventas en una libreta, a mano. Un detalle, no llevaba suficiente dinero en metálico pero, como en la ferretería me conocían, me fiaron (ventajas del comercio de barrio). Después quise ir a un supermercado a comprar pilas, pero lo habían cerrado, me imagino que por no resultarles sencillo operar sin cajas registradoras.

Recogí a mi hijo en el cole, con bastante afluencia de padres para recoger a los alumnos de infantil y primaria a la hora habitual. Había cierta expectación ante la situación pero sin drama. Nos fuimos a casa y decidimos que convenía ir comiendo lo que teníamos en el congelador, para evitar que se perdiera toda la comida congelada. Como la cocina vitrocerámica no funcionaba usamos la cocinilla de campingás, que nos vino muy bien. Todo el rato tuvimos la radio puesta, enterándonos de lo que estaba pasando. La mayoría de las cadenas no emitían, pero estuvimos alternando la escucha entre una cadena de Radio Nacional de España y la Radio Galega.

En el piso de arriba vive con su familia una anciana que utiliza un aparato de respiración asistida, sobre todo por las noches, es lo que llaman una enferma electrodependiente. Su familia la llevó al hospital, equipado con grupos electrógenos, donde estuvo internada hasta que pasó la crisis.

Después de comer fui a pagar en metálico lo que me habían fiado en la ferretería por la mañana, compré pilas y fui a ver a mi madre, de la que sin teléfono no tenía noticias. Si no tuviera llaves de su casa entrar en el edificio hubiera sido dificultoso, porque no funcionaba el portero automático. En su piso me encontré con una nota de mi madre que decía que había ido a casa de otro de mis hermanos. Estaba escribiéndole una nota diciéndole que había pasado por allí y que le dejaba una linterna y una radio a pilas, cuando llegó a la casa acompañada por su asistenta, que parecía divertida con la situación de apagón. Me quedé un rato, le dejé la linterna (en casa solo tenía una averiada) y el transistor, y volví a mi casa.

Encontré a mi esposa en una plaza cercana a casa con mi hijo, que estaba jugando. Alguien comentó que la situación era como la de la pandemia de COVID 19 pero al revés, todo el mundo en la calle en vez de todo el mundo en casa.

Alguien nos contó que en la provincia de Lugo, al menos en alguna zona, recuperaron el suministro eléctrico hacia las seis y media de la tarde.

Subimos a casa para cenar y seguimos cocinando alimentos que se estaban descongelando. Al anochecer encendimos linternas y un farolillo de camping a pilas, ventajas de tener en casa equipo de camping. El vecindario estaba silencioso, en algún momento me di el pequeño lujo de escuchar música de un reproductor de MP3 en un altavoz con bluetooth. Cuando fregaba los platos después de cenar, me fijé en que el patio de luces estaba muy oscuro, solo se veía la luz proveniente de mi propio piso, proyectada en la pared contraria del patio, lo que me hizo sentirme un poco orgulloso de nuestro poderío en materia de linternas. Una ventaja de seguir las incidencias del apagón por radio, sin tener redes sociales, es que no hubo ocasión para la propagación de bulos, lo que ayudó a llevar la situación con tranquilidad.

Desde la ventana del salón se veía la ciudad a oscuras. En algún edificio lejano, más allá de una extensión de instalaciones portuarias, se veían contadas ventanas con luz, pensé si tendrían faroles de gas. El puerto estaba bastante iluminado por luces de los barcos y de algún muelle en los que debía haber grupos electrógenos. A pesar de la luz que emitía el puerto, en el cielo se veían muchas estrellas, por lo que en lugares más lejos del puerto el firmamento debía estar impresionante. Tras el apagón pregunté a algún conocido perteneciente a la Agrupación Astronómica Io si habían organizado alguna actividad especial aprovechando los cielos oscuros, pero al parecer no, no debían tener prevista una situación así y es difícil coordinar una salida sin teléfonos, además de que al día siguiente era día laboral. Quizás ahora algunas asociaciones astronómicas hayan establecido un protocolo de actuación para aprovechar situaciones así.

De madrugada volvió la electricidad, había dejado las persianas del dormitorio levantadas para notar cambios en la luz ambiente y así me di cuenta. Por un lado lamenté el fin de la experiencia, que tenía su encanto, pero me alegró pensar que por la mañana tendría agua caliente para ducharme pues me tenía un poco preocupado la perspectiva de una ducha fría ¿En que radicaba el encanto del fallo en el suministro eléctrico? No estoy del todo seguro pero probablemente el descanso de no poder trabajar y de la desconexión de Internet y teléfono tuvo bastante que ver.

Tuve bastante suerte durante el apagón, no solo porque tenía equipo de camping que me facilitó la vida si no porque además no tenía ningún electrodoméstico en marcha y tenía el lavaplatos vacío. Sería muy desagradable que se te fuera la luz con la lavadora en medio de un lavado, llena de ropa sucia y agua, o con el lavaplatos lleno de pringue de platos sucios en putrefacción. Junto con el equipo de camping, en una situación así viene muy bien tener algo de dinero en metálico en casa.

Con el apagón descubrimos que no es cierto que un corte masivo de electricidad nos devuelva a la Edad Media o a la edad de piedra, como a veces se dice; todo lo más nos devuelve al siglo XIX, por lo que, para que estar preparados para un estilo de vida decimonónico, recomiendo una serie de lecturas:

El conde de Montecristo, de Alejandro Dumas. Guerra y paz, de Tolstoi. Las aventuras de Sherlock Holmes, de Doyle.


VELIKI IBERIJSKI OTMĚNJEŇJE:

Dňa 28 aprila 2025 my iměli avariju elektrosnabženja, ktora ostavila bez struje cělu Iberijsku poluostrov, vkjučajo Portuġaliju i cělu Španiju na poluostrovu. Iz osobnogo ględišča to byla kuriozna skúsenosť.

Byh v ofisu, kogda struja odjednom izčeznula. Sprva my dumali, že to je avarija samo v našom ofisu. Izšel na schodišče da uvidim, jesu li drugije etazhi takože bez struje – i da, cělo zdanje bylo tmavo. Dvě čistačice hodili s mobilnymi telefonami, svetęči sobě put, i gledali, da nikto ne ostal u liftah, što bylo veliko ščestje, protože zdanje imělo vyše dvadeset etazhej.

Měl byh službenu sŕeću vne ofisa, tak prědlagajem idti tam. Izlazęči na ulice, byh udivjen: i sosedni budovy byli bez struje. Hodęči dalěje, uviděl jsem, že i semafory ne rabotajut. Myslil jesm, da li to je avarija samo v kvartalu ili vsęm rajonu. Kogda došel k městu sŕeči, takože nebylo struje – tako sŕeća byla odložena, protože taryn nebyl osvetljen prirodnom světlostju. Čekali my v kafeterij na terasi, pijęči kavu i slušajęči glasine: govorilo se, že vsę Španija i Portuġalija bez struje… a takože jug Franciji.

Jasno, ljudi spekulirovali ob pričině. Pamętalo se, že nedavno francuski prezident Emmanuel Macron prizval Evropejcev imati “kit vyživanja”. Bylo li to iz-za togo? Někto myslil, že to možet byt kyber-napad od Ruske Federaciji, prěd vojenym udarom, ili možno od Sjedinjenih Štata ili Izraila, s ktorymi Španija iměla nedavne diplomatske konflikty. Toj moment vse varianty kazali se vozmozhnymi. Pamętajuči uroky iz Hladne Vojny, gleděl jesm okoli sebe na okna i stěklennyje fasady, mysleči, gdě bych se mogl ukryti v slučaju atomnogo udaru.

Informacija počala dohoditi ústnym putem: otkrylo se, že avarija začetkala Španiju, Portuġaliju i jug Franciji, no ne cělu Evropu. To bylo uspokajajuče: ako v Poljskoj lampa gorila i tam ne bělo nykakih ruskih tankov, to značilo, že my ne byhli v srědi vojenoj operaciji, ale tolko v regionalnom avarijnom slučaju. Uf! Prvy čas jesm žešče iměl dostup k elektronskoj pošti, no ne k normalnym telefonnym zovam. Pozdněje i to bylo odključeno.

Kogda sŕeća byla definitivno odložena, vråtil jesm se v ofis, vzěl svoje věči i otišel zabrat sina iz školy. Po ulicah było mnogo ljudij, nebo bylo dobro vreme i vsę ulice napolnene ljudmi, kotory izhodi iz oficin. Po puti stignu da kupim v železarně bombone gasa za camping, nebo ne byl uveren, že iměju dostatočno doma. V železarně byla velika očered’ – ljudi kupovali fonariki i camping-plity; platili tolko gotovinoj i zapisovali ručno v bloknot. Sčestje, že oni mene věděli i dali mi kredit. Potom hťěl jesm kupiti baterije v supermarketu, no ten byl zatvoren, očividno ne mogl rabotati bez kasi.

V škole byla mnogo roditeljev, no paniky něbylo. My došli domoj i rešil jesm, že lučše sъjest’ to, što bylo v zamrazenju, prědtym jak isporti se. Varili jesmo na camping-pliti, što se pokazalo važnym. Ves’ čas slušali jesmo radio: malo radiostanic' rabotalo, no slyšali my Radio Nacional de España i Radio Galega.

Susedka starša žena, ktora potrebujě aparat za pomočno dyhanje, byla vzęta v bolnicu s agregatami. Posle oběda jesm zaplatil svoj dug, kupil baterije i otišel providěti mater. Interfon ne rabotal, tako je dobro bylo, že iměl jesm ključe. Ona ostavila zapis: otišla k drugomu synu. Ostavih jej fonarik i radio na bateriji, što je bylo praktično.

Vvečer našel jesm ženu i sina na blizkom placu, gdje děti igrali. Někto reče, že to jest ako COVID-pandemija, no naopako: togda my všichni byli zatvorjeni v domah, a teper vsichni na ulicah.

Po večeru, kogda stalo tmno, zapalili my fonariki i camping-světla. V kvartalu bylo tiho. Na kratko slyšal jesm muzyku iz MP3 preko bluetooth-kolonky. Gleděl jesm v patio: tolko moje okno svitilo i davało odraženie na stěnu. Byh poněkud gord, že naše fonariki byli tak silni. To, že něbylo socialnyh setej, značilo i to, že nebylo množstva dezinformacij – situacija byla spokojnija.

Čez okno slyšel jesm grad pogrubljeny temnotu. Port byl jedino město s světlom – lampa na korabah i na molah s agregatami. Nebo bylo krasno: množstvo zvězd kak v dávnych vremenah. Žaleh se, že astronomi ne uspěli organizovati akciju – bez telefonov trudno bylo koordinovati.

Nocju struja se vråtila. Spuščeny rolety iměl jesm odprte, tako okamžito viděl, že svetlo se vråtilo. Iz jednej storony žal, že iskustvo zakončilo, ale iz drugoj – byl radosťny, že ráno možu užiti gorąčej duš. V čom ležal čar odpadka električnog napajanja? Ne sem docela sigurny, ale verojetno odpočinek od nemožnosti pracovati i odključenje od Interneta i telefona imalo je mnogo s tim.

Byh iměl mnogo ščestja: iměl camping-opremu, iměl prazdny lave dish-machine. Voobšče, v taki situaciji najvažnejše jest imati osnovnu camping-opremu i gotovinu doma.

Na koncu, izkušenosť pokazala mi, že massovno otměnjenje elektrosnabženja ne znači povratok v Sredňověk ili Kamenny Věk, kako ljudi govorjat. Naibolje to jest vŕatjenje v XIX stoletje. Za to, aby byt’ gotovym na taki život, prěporučaju čitati:
* “Grof Monte Cristo” od Aleksander Dumas.
* “Vojna i mir” od Lev Tolstoj.
* “Priklučenija Šerloka Holmsa” od Artur Conan Doyle.


Iberiske Strøm-Uutfal

An 28 April 2025 wi hadde en elektrisk fejl, ket lädde til at hele den Iberiske halvøy var utan strømsupply, inkludad Portugal ok hele fastland-Spania. Fra personlig synpunkt det was en kurios erfarenhet.

Ik was in kontor, när licht utgick. Først tänkte wi det was en problem bara i kontoret. Ik gikk til trappen for å se om det hele huset hadde mørke – ja, hele bygning was utan licht. Tvä renholders brukte mobil-telefoner som lampe, og sjekkte at ingen var fast i heisen – heldigvis, for huset hade over twintig etasjer.

Ik hadde en arbetsmøte ute, så ik gikk. På gaten såg ik, at også nabo-bygninger var utan strøm. Efter mer gange, såg ik, at trafik-lysene også var döde. Ik tænkte då: er det hele kvarteret, eller hele byen? När ik kom till møtestedet, var der også ingen elektricitet. Så møte blev avlyst, for rom hadde ingen dagslicht. Vi satt på kafé-terrasse, drakk kaffe, hörde rumorer: at hele Spania, ok ock Portugal, var utan strøm… ok kanske også sør-Frankrike.

Folk begynte spekulere: Macron hadde nylig sagt at alle Européere skulde ha “survival-kit”. Var det derfor? Andre tenkte om cyber-attack fra Russia, kanskje før en militär handling. Eller USA, eller Israel, som hadde små konflikter med Spania. På det moment intet scenario var umuligt. Fra mine barndom-minner om den Kalde Krig ik såg rundt meg og vurderte, hvor ik skulde gjemme meg ved et atom-blink.

Informasjonen kom med munn-til-munn: Strømutfall påverket Spania, Portugal og sør av Frankrike, men ikke resten av Europa. Det var beroligende: om i Polen strøm fortfarande lyste, och ingen russiske tanks körede over grensen, da betyder det: ingen krig. Pfuu! Første timer noen personer kunne fortsatt sende meldinger, men ikke tale med telefon. Senere alt communications døde.

Da møte var off, gik ik tilbake til kontor, tog mine saker, og gik hente min søn fra skole. På gater var mange folk, vær var ljus og fint. På vei inn til hus stoppet ik hos jernvare-butikk, kjøpte gasflasker for camping. Der var stor kø – folk kjøpte lampor, camping-komfyr. Man måtte betale i cash, alle kjøp blev skrevet i bok. Ik hadde ikke nok kontanter, men butikk-mannen kände mig og gav kredit. Senere prøvde ik å kjøpe batterier i supermarket, men det var stengt.

Skolen var full av foreldre, men ingen panik. Vi gick hjem, bestemte oss at spise maten fra fryseren. Cookte på camping-komfyr, radio spela hel tiden. De fleste kanaler var døde, men vi lyttede på Radio Nacional de España og Radio Galega.

Over oss lever en gammel kvinne, som tränger respirator-maskine. Familien tok henne til hospital, med generatorer. Efter middag ik betalte min kredit, fant batterier, gikk til se min mor. Dørklokke virket ikke, men had nykler. Fant en note: hun var hos min bror. Jeg etterlod en lampe og en radio.

Senere fant ik min hustru og søn på torget, hvor barna lekte. Nogen sade: dette er som COVID-pandemi, men omvendt: da alle hemma, nu alle ute.

Når kveld kom, vi tente lampor, camping-lys. Kvartal var stille. Lyttede kort musik fra MP3. Så ut i gårdsrum, bare vårt vindu lyste. Følte meg litt stolt for våre lampor. Utan sosiale media ingen falske rykter – vi höll oss rolig.

Fra vindu ik så byen svart. Langt borte noen få vinduer hadde lys, kanskje gaslamper. Havnen var opplyst av skip og generatorer. Stjernen-himmel var vacker, sikkert fantastisk udenfor byen. Astronomi-venner hadde ikke tid at organisere noe – utan telefoni det var svårt.

Om natten kom strøm tilbake. Jeg hadde latt gardiner open, så ik såg det straks. Litt trist, for erfaring var speciel, men glad for at varm dusch ville være klar. Worinn lag der zauber van de stroemuitval? Ik ben niet heelt zeker, maar waarschijnlik het de rust van niet kunnen werken en de afsluiting van internet en telefon veel te maken gehad.

Ik hadde flaks – hadde camping-utstyr, hade tomt oppvaskmaskin. För andre kunne det være mareritt: vaskemaskin full av vatten, eller maskin full av stinkende fat. Lärdom: man må ha camping-utstyr og litt kontant hjemme.

Denne erfarenhet viser: massivt strømutfall sender oss ikke til middel-aldren eller stenålder. Mest, det bringer oss tilbake til XIX århundret. For at forberede seg, ik anbefaler böker:

  • Gref Monte Cristo av Aleksander Dumas
  • Krig og Fred av Tolstoj
  • Æventyr av Sherlock Holmes av Doyle

Sinopsis en castellano: En “Saltonautas”, Hao Jingfang narra la aventura de cuatro jóvenes que, en medio de un conflicto global, emprenden un viaje espacial para interceptar a unos alienígenas ancestrales que regresan a la Tierra. Con tintes de novela juvenil, combina romance, acción y reflexiones sobre la filosofía china, aunque con un enfoque científico poco verosímil. Su mayor interés radica en la mirada cultural china que ofrece, más que en la fuerza de su trama de ciencia ficción.

Sinopsis in Folksprak: In “Saltonautas”, Hao Jingfang vertellt de aventur af fower junglings, hu, in midl af en global konflikt, beginnen en rumresa to intercepte alienigenes fra alderdom dat keren back to Erd. Mit undertones af ungdom roman, it kombinert romans, aktion, an reflektsioner over kinesisk filosofie, but mit en weinig troverdig vetenskaplik ansatz. Sin sturste interesse liggt in de kinesisk kulturell blick dat it givt, mer den in de styrke af sin science fiction plot.

Sinopsis v Interslavic/Medžuslovjanskom: V “Saltonautas” Hao Jingfang opisuje priključenija četyrih mladih ljudi, ktory, sredi globalnogo konflikta, načinajut kosmičsko putovanije, da by se sustrěčali s drevnymi inoplanetjanami, ktory vozvratjajut se na Zemju. S tonom mladežno roman, ona kombinujut ljubov, akciju i razmyslanja o kitajskoj filosofiji, no s malo věrohodnym naučnym prístupom. Najvěčše interes leži v kitajskoj kulturnoj perspektivě, ktora ona pokazuje, više než v sili fabuly naučne fantastičny.

简介: 在 《盐海漫游者》中,郝景芳讲述了四个年轻人的冒险故事。他们在全球冲突的背景下,踏上太空之旅,试图拦截即将重返地球的远古外星人。小说带有青春文学的色彩,融合了爱情、动作和对中国哲学的思考,但科学设定缺乏可信度。其主要价值更多在于展现中国的文化视角,而非科幻情节的力量


Compré la novela “Saltonautas”, de Hao Jingfang, en la librería de El Corte Inglés, a donde había acudido a hacer compras navideñas. La librería del El Corte Inglés es bastante sorprendente, llena de ensayos derechistas que no suelo encontrar en las librerías que frecuento, entre tanta propaganda reaccionaria me encontré una novela de ciencia ficción que parecía prometedora, antes había leído la saga de los Tres Cuerpos de Cixin Liu y me pareció interesante hacer otra incursión en la ciencia ficción china. Además en la portada de la novela decía “Autora galardonada con el premio Hugo”.

Sin embargo la novela no me ha entusiasmado, el tono general me parece más propio de una novela juvenil que de una novela adulta. Los jóvenes protagonistas son Yun Fan, una arqueóloga atractiva y misteriosa; Jiang Liu, el hijo bebedor de una familia rica que dirige una organización que obtiene y divulga información secreta, en principio con fines altruistas; y Qi Fei, un oficial chino adscrito a las fuerzas militares de la Liga del Pacífico. Tanto el golfo de Jiang Liu como el soldado devoto Qi Fei, aunque con personalidades distintas, son ambos bastante pueriles, llegan a pelearse en combates de artes marciales muy exagerados, al gusto de un posible público adolescente. Ambos andan medio enamorados de Yun Fan y se disputan su atención, pero Yun Fan se muestra bastante inaccesible con ambos. La relación entre Yun Fan y Qi Fei tiene un largo recorrido, pues habían sido novios en su adolescencia, con algún elemento de drama, que no se desarrolla mucho.

El argumento gira en torno al tema de los alienígenas ancestrales, el difunto padre de Yun Fan había descubierto la presencia de alienígenas en el pasado de China y de otras naciones del mundo. En el tiempo presente de la historia (que viene a ser finales del siglo XXI), los protagonistas descubren que es inminente el regreso de los alienígenas a la Tierra y Yun Fan los convence para que los tres, acompañados por el ex-piloto y cocinero Chang Tiang, viejo amigo de Yun Fan y Qi Fei, salgan en una nave privada de la familia de Jiang Liu a encontrarse con la nave alienígena en el espacio, antes de que lleguen a la Tierra. El proyecto es diseñado entre amiguetes, pero sorprendentemente acaba siendo asumido y respaldado por la Liga del Pacífico.

A todo esto, hay un conflicto mundial entre la Liga del Pacífico (liderada por China) y la Alianza Atlántica (cuyo nombre no deja muchas dudas sobre cuáles son sus integrantes). La descripción del conflicto es muy poco creíble porque hay ataques militares indirectos e incluso directos, con ocasionales bombardeos, batallas navales e incluso uso de armas nucleares tácticas, que se mantiene en el tiempo en forma de conflicto de baja intensidad sin que escale a una guerra total. En un momento dado incluso de habla de decidir la guerra en una gran batalla en el espacio, no en la propia Tierra, lo que recuerda las batallas campales de la antigüedad y resulta tan conveniente (por no afectar ni a la población civil ni a la base industrial) como poco creíble. Creer que una guerra se puede mantener en una escala razonable y poco dañina es una fantasía peligrosa, porque en situación de guerra la dinámica militar adquiere vida propia y no se puede entrar en una situación de conflicto bélico con esa ingenuidad. Una situación como la que se describe en “Saltonautas” lo más normal es que escalara a guerra nuclear.

El nivel científico de la ciencia ficción de la novela es modesto, a un nivel de dibujos animados infantiles. A modo de gravedad artificial, en la nave en la que viajan al encuentro de la nave alienígena los suelos y las suelas de las botas están magnetizadas, lo que en la narración les permite no solo caminar por la nave pegados al suelo si no, absurdamente, abrir botellas de vino y llenar copas, y cocinar en ollas. La nave alienígena, cuando van a interceptarla, está moviéndose entre las órbitas de Marte y la Tierra, camino a ella los protagonistas tienen que hacer maniobras urgentes para esquivar asteroides, una acumulación de encuentros cercanos con asteroides que sería altamente improbable incluso en el cinturón de asteroides. Más tarde, los alienígenas explican a los protagonistas que en la Vía Láctea solo hay dos civilizaciones inteligentes separadas entre sí por 300 años luz, lo que parece una distancia improbablemente corta teniendo en cuenta que el diámetro de nuestra galaxia es de entre 150 y 230 miles años luz.

Dentro de lo difícil que resulta idear alienígenas convincentes en ciencia ficción, los extraterrestres de la novela me parecieron poco verosímiles, más en la línea de sátiras futuristas como “Matadero Cinco” de Kurt Vonnegut o “Sin noticias de Gurb” de Eduardo Mendoza, que de una ciencia ficción más canónica, pero sin una intención humorística. En general, las características de los alienígenas, sus capacidades y sus relaciones con la humanidad, tienen un aire como de doctrina de una secta ufológica.

Llama la atención lo muy veladamente que Chang Tiang le confiesa a Yun Fan estar o haber estado enamorado de Qi Fei. Parece que la autora entiende que ha de ser muy comedida al introducir un elemento homosexual en la novela. Por otra parte, con este enamoramiento de Chang Tiang resulta que los cuatro personajes principales de la novela están unidos por algún vínculo romántico.

Los diálogos entre los personajes suelen resultar algo acartonados. En eso puede influir que la novela no está traducida directamente del chino si no que es una traducción al castellano de la traducción inglesa. Probablemente a las editoriales españolas les vendrían bien más traductores de chino para conseguir acceso directo a la literatura china y resultados mejores. Tampoco hubieran venido mal más notas a pie de página explicando los términos chinos utilizados.

Hay unas referencias a la tecnología de blockchain un poco exageradas, en la línea del tecno-optimismo más afín a lo comercial de atribuir a cualquier tecnología novedosa unas aplicaciones fabulosas, muchas veces sin necesidad de explicarlo mucho. En este caso se atribuye al blockchain la capacidad de revolucionar la gobernanza global sin explicarlo mucho, aunque parecería que se refieren simplemente a un sistema de votación electrónica global para el que entiendo que se podrían utilizar otras tecnologías, sin necesidad de especulaciones de criptobró.

En bastantes momentos de la novela los personajes se ponen a charlar de filosofía aplicada aludiendo a la doctrina de diferentes pensadores chinos clásicos. Este es uno de los elementos más interesantes de la novela, que en un tono muy divulgativo da una ligera panorámica de la filosofía china tradicional. Otro elemento valioso de la novela es mostrar una visión china del mundo, de como funciona el mundo y de como debería funcionar, aunque quizás sea una visión muy propia de la escritora, que no hay que olvidar que es economista y vive inserta en el ecosistema de las grandes empresas chinas.

Aunque la alusión en la portada me hizo pensar que “Saltonautas” había sido premiada con un premio Hugo, fue otra la novela de Hao Jingfang que obtuvo ese galardón. “Saltonautas” no parece una muestra destacada de la ciencia ficción china, desde luego está a una considerable distancia de la trilogía de los Tres Cuerpos y su interés radica, más que nada, en que muestra algunos aspectos de la cultura china antigua y contemporánea. Quizás hubiera sido más adecuado publicarla como novela juvenil.

Recientemente he visitado el Museo Nacional de Altamira y ha sido una experiencia desagradable por la constante hostilidad del personal del museo. Excepto una de las trabajadoras (la más joven), mi familia y yo siempre nos encontramos con un trato hosco y autoritario por parte de las funcionarias del centro, riñendo constantemente y poniéndote reglas que se iban sacando discrecionalmente de la chistera.

Hay que tener en cuenta que para obtener una plaza como trabajador en un centro público como este hay que superar un examen, sin embargo, para acceder como visitante no hay que superar ningún examen, por lo que no cabe esperar que el visitante sepa las reglas (reales o inventadas) y usos y costumbres del museo. Si esta situación no les conviene, podrían valorar que, para visitar el museo, además de pagar la entrada hubiera que superar un pequeño examen on-line.

No sé si el trato desdeñoso y desagradable por las funcionarias se debía a que son conscientes de la condición laboral privilegiada y el estatus social que proporciona la condición de funcionario y pretendan dejar clara su condición frente al visitante-ciudadano-chusma que accede al museo. También puede ser que les jorobe trabajar en agosto (pese a que eso les permite coger vacaciones en temporada baja) o que la gran afluencia de público de agosto les suponga un esfuerzo mayor que dificulta el tranquilo disfrute de su canonjía.

Por otra parte, el sistema de reserva de entradas on-line (del que tanto se abusa desde la pandemia) tiene el efecto secundario (evitable pero que no se preocupan de evitar) de que los aspirantes a visitante que no han reservado entrada por ese sistema tienen que acudir al museo a primera hora de la mañana y guardar cola para conseguir las entradas de venta directa. A la hora que se forma la cola, hacia las 9, la entrada al aparcamiento está cerrada y el musculoso vigilante de la empresa privada subcontratada te dice con bizarría que no abren hasta las 9 y media, por lo que en la carretera de acceso al museo los coches de los visitantes aparcan anárquicamente invadiendo la acera. La cola avanza a paso de tortuga porque durante mucho tiempo es atendida por una sola trabajadora, cuando te llega el turno de ser atendido en la taquilla, fácilmente recibes el primer golpe de látigo de la hosca taquillera, para ponerte en tu sitio.

Al abrir el aparcamiento del museo, disminuye el número de coches mal aparcados fuera, número que vuelve a aumentar cuando el aparcamiento se satura y, tras vueltas y vueltas buscando una plaza libre, el conductor visitante se desespera y sale a aparcar a la carretera de acceso. Si te retrasas por las dificultades de aparcamiento, nueva regañina de las señoras funcionarias.

Apartado del edificio principal y de la entrada al recinto, hay uno más pequeño denominado “Espacio 1973” en el que seguramente están acostumbradas a la tranquilidad de un número menor de visitantes, por lo que parece que les molesta especialmente la afluencia de público, te reciben con desconfianza y una andanada de instrucciones verbales que incluyen el que las mujeres se pongan los bolsos-mochila por delante, argumentando que para prevenir que en un giro corporal pueda haber un contacto entre la mochila y alguna de las fotografías expuestas. Luego, durante la visita en sí a la exposición, la vigilancia es estrecha.

La que podría haber sido una visita tan agradable como la del Museo del Jurásico de Asturias, me ha dejado, en cambio, mal sabor de boca.

Cimoc, Zona 84, Cairo... ¡Que grandes recuerdos!

Mi iniciación en las revistas de comic adulto fue a finales de los 80. Antes de eso, en segundo de BUP, unos estudiantes repetidores que me habían vendido unos cómics de los Cuatro Fantásticos de segunda mano me habían hecho un comentario aludiendo a este tipo de revistas como los comics fetén, los comics potentes para tipos adultos.

Empezar a leer esas revistas de comic representaba pasar de ser un lector de comics más infantil a un comiquero maduro y sofisticado, la cosa no dejaba de tener un matiz snob. Las revistas eran caras para un bolsillo adolescente, por lo que no las compraba todos los meses y alternaba sobre todo entre Zona 84 y Cimoc.

Mi favorita era Zona 84 porque ya era muy aficionado a la ciencia ficción, que era la especialidad de Zona 84. Me gustaba lo imaginativo de las historias que aparecían en Zona 84, con ideas de ciencia ficción a menudo más ambiciosas que en el cine, el cine de ciencia ficción de los 80 a veces era un poco frustrante, lo notabas un poco contenido en los despliegues de imaginación y en la creación de mundos, entiendo que por el handicap del coste de los efectos especiales. Acostumbrado a la ciencia ficción anglosajona, me sorprendía que en el comic autores españoles, franceses, italianos y argentinos se movieran con soltura y virtuosismo en la ciencia ficción. También había comic estadounidense, me acuerdo de la serie “Cadillacs y dinosaurios”, por ejemplo.

En Zona 84 había más autor hispano, en Cimoc me parece recordar que su elenco era más franco-belga y era habitual encontrarte grandes popes del cómic europeo que aparecían rutinariamente, con dibujo espectacular. También es cierto que no todo en estas revistas eran maravillas, también había algunas historietas más de relleno y algún artículo escrito sobre diversos temas artísticos que solían ser bastante prescindibles, pero lo bueno es que accedías a comic de alto nivel de manera rutinaria.

Cada una de estas revistas tenía su tienda por correo en la que podías comprar los comics publicados por sus respectivas editoriales, Toutain y Norma, en formato álbum, historias que solían haber aparecido antes serializadas en las revistas.

En los 90 estas revistas desaparecieron. En su momento se aludió a un incremento del precio del papel, pero la desaparición de las revistas se produjo en la misma época en que los canales de televisión privada (Antena 3, Tele 5 y Canal +) hicieron aparición en España, por lo que puede que se diera un cambio general en el uso del tiempo de ocio ¿Será que cambiamos a Moebius por las Mama Chico?

Muchas veces he echado de menos esas revistas de comic para adultos, la facilidad que daban para acceder a comic de calidad, picoreando un poco de todo, aunque también es cierto que, echando la vista atrás un poco críticamente, mucho de su contenido hoy en día chirriaría por machirulo, la aparición de mujeres despanpanantes semidesnudas sin venir a cuento, los personajes masculinos super-machotes y en general la forma de presentar a las mujeres, hoy en día resulta inadecuado, chocante e incluso monótono. En aquellos días el cómic estaba muy masculinizado, aun más que ahora, y en esas revistas todos los autores meaban de pie. Quizás fue el manga lo que abrió una brecha en la masculinidad del cómic, abriendo el noveno arte a las mujeres. Si hoy en día, si el mercado editorial lo permitiera (ahora que ya casi no hay kioscos), se creara una revista de cómic para adultos, necesariamente tendría que tener una amplia presencia de autoras.

Si os interesa un podcast sobre el tema, podéis escuchar “La Ciencia Ficción en las Revistas de Cómic Adulto”, de Los Retronautas.

¡Ojo, spoiler!

Ayer ví la película de Supermán que han sacado este año y me ha gustado. En primer lugar presentan un Supermán menos agonías que en anteriores películas, en que Kal-El parecía deprimido de manera bastante gratuita (¿Por vacío existencial?), en esta película Supermán pasa malos momentos pero por razones concretas y objetivas, pero no lo presentan como un personaje melancólico.

El Lex Luthor de esta película, por su lenguaje corporal y por algunas de sus acciones recuerda a Elon Musk. Sus esbirros, a excepción de la Ingeniera y Ultramán, no son esbirros de villano típicos, podrían ser empleados de cualquier gran empresa, leales a su jefe y sus ideales por razones de profesionalidad, amoralmente profesionales, que igual podrían servir a Luthor eficazmente que a Movistar, a Mercadona o al Banco de Santander, me parece un buen punto de la película. En la base millitar de Luthor en la playa incluso están escuchando música y se percibe cierta atmósfera de escaqueo laboral. Otro rasgo contemporaneo de la película es el ataque que sufre Supermán desde redes sociales y el uso de bots por Luthor para manipular las redes, aunque eso si, parece que Luthor no es propietario de ninguna red social.

Al entregarse a las autoridades, Supermán cometió dos errores:

1.– No contratar un abogado para negociar su comparecencia, se hubiera ahorrado algunas sorpresas.

2.– Entregarse a las autoridades estadounidenses, mejor le hubiera ido entregándose en algún país europeo o incluso latiniamericano aunque, quien sabe, quizás ese país lo hubiera entregado a Estados Unidos cuando estos le hubieran amenazado con subir los aranceles o cualquier chorrada así.

Habiendo mencionado a la Ingeniera, una de los dos esbirros metahumanos de Lex Luthor, hay que comentar que es un personaje de los cómics de The Authority, unos personajes propiedad de DC pero que no son (o no eran, por lo que ahora se ve) parte del universo DC. Además hacia el final unos tipos del Pentágono comentan su preocupación porque ahora los grupos superheroicos sean una fuerza política por si misma a tener en cuenta, un tema muy de The Authority ¿Es una pista sobre alguna película DC futura?

El personaje de Engineer en los comics de The Authority era negra, aquí lo han aclarado un poco ¿Un guiño MAGA? Por lo demás, me parece que la película escapa un poco de la estética MAGA habitual en las películas de superheroes. En ese sentido, el que en la trama haya un país, una híbrido de Rusia-Israel-Azerbayán, trate de invadir a otro país mezcla de Ucrania-Palestina-Armenia, permite hacer lecturas políticas múltiples y contradictorias.

En general se puede decir que esta película de Supermán sigue el modelo más humorístico, juguetón y menos solemne de las películas del Capitán Marvel-Shazam, es un Supermán algo shazamizado. En esa línea el gran peso que tiene en la película el personaje de Kripto, cuyo comportamiento es bastante perruno, no es simplemente un superhéroe de cuatro patas, me ha parecido milagroso que no le arrancara la cabeza a una vaca de los Kent jugando. Algún comportamiento molesto de Kripto me recordó a Policán, hasta el punto de que esperaba que Supermán le dijera: “¡Perro malo!”. La aparición final de Supergirl, alejada de sus versiones clásicas pero no tanto de alguna versión más reciente en cómic, me parece que también va en esa línea.

Frente a esa dinámica shazamesca, el personaje de Mister Terrific, más malote aunque inteligente, marca cierto contrapunto.

Un fallo que he encontrado es eso de que Ultraman (poco listo) vapulee a Supermán porque Luthor, que es muy listo y tiene muy estudiada la manera de pelear de Supermán, le va dictando con claves los ataques que tiene que hacer contra Supermán. Parece imposible que a la velocidad que se produciría una pelea así (recordemos que Supermán tiene supervelocidad) Lex Luthor pudiera hablar tan rápido como para dirigir los golpes de su esbirro. Otro fallo (que divertido ponerse pijotero) es que las celdas de la cárcel secreta de Luthor no tengan lavabo ni retrete.

Sinopsis en castellano:

El autor narra una visita a Concepción, Chile, ciudad cuyo centro le recuerda a Europa por su diseño. Motivado por la aparición de varios lagos en un mapa, decide explorar uno con un amigo. Al alejarse del núcleo urbano más amable, encuentra zonas pensadas más para automóviles que para personas, y finalmente llega al lago, que resulta inaccesible y oculto tras edificaciones privadas. El texto critica cómo estos espacios naturales, con potencial para mejorar la calidad urbana, están relegados a ser patios traseros húmedos y descuidados por intereses inmobiliarios. Una oportunidad urbana desperdiciada.

Sinopsis in Folksprak:

Der autor erzähl von ein visit to Concepción in Chile. Stadtcentrum habe en europeisk stil, wat gefallte ihm. Er såg en kart mit viele seen, und mit ein freund decidete to söke en. De urban området endet schnell, ersetzt med gebauden für auto und industry. Der seen war gesloten, umgeben von privat gebauden — kein place for public. Der text kritisere, dat de seen kunne gøre de stadt besser, men de sind ignorert und brukt for privat behov. En chance verlorn.

Sinopsis v Medžuslovjanskom:

Avtor opisuje vizitu v gorod Concepción v Chile. Centro imaje oblik kot v Evropě, i jemu to ljubi se. Na karti on viděl mnogo jezer i s prijateljem išel iskat jedno. Skoro urbanja zona skonči, i oni prěšli v prostor za avtami i fabrikami. Jezero bylo zatvoreno, okruženo privatnymi zdanijami, i bez pristupa za javnosť. Tekst kritikuje, že te vodni prostory mogliby donesti dobro gorodu, no su zanemarjene i zatvorene za privatny interes. Izgubljena možnost.

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Hace unos años visité el centro de la ciudad chilena de Concepción. Ya había estado antes en esa ciudad y me había gustado su zona centro que, por su configuración, me recordaba una ciudad europea.

Poco antes de esa visita había visto en un mapa que en la ciudad de Concepción hay un montón de lagos (véase el mapa) y me había sorprendido haber pasado por alto esa maravilla, así que en compañía de un buen amigo, dejamos a nuestras esposas entreteniéndose por el centro y plano en mano nos pusimos a caminar en busca del lago más cercano.

Empezado el paseo vimos que la zona urbana de estructura europea no era tan grande, que pronto se acababa y daba paso a espacios mucho más americanos con mezcla de funciones residenciales e industriales y pensadas mucho más para los coches que para el peatón. Seguimos nuestro camino por esos entornos urbanos menos acogedores y llegamos al lago. Gran decepción, el lago solo era visible desde una pequeña terraza cerrada con balaustrada, el resto del perímetro del lago estaba ocupada por edificaciones, incluida una universidad privada, de manera que el lago funcionaba como patio trasero destartalado de propiedades privadas, no como un espacio de disfrute público, al menos como una vista agradable.

Al parecer esa es la situación con los lagos de Concepción. Rodeados de zonas verdes accesibles podrían generar un entorno urbano fantástico y muy disfrutable, dando a la urbe un aspecto acuático entre escandinavo y veneciano, pero están, escondidos, cercados por partes traseras de viviendas y otros edificios particulares, como si fueran meros solares vacíos descuidados con un nivel de humedad especialmente alto. Una oportunidad desperdiciada. El mercado manda.

Exilio a la Nueva Ruta de la Seda

He conocido una página web que escribe textos por inteligencia artificial. Le describes el texto que quieres que te elabore y lo ejecuta. Tras realizar el texto puedes pedirle que lo continúe según nuevas pautas que le vas proporcionando. El resultado me ha resultado bastante impactante, comparto a continuación una muestra.

La ciudad de Dàqiáng Zhèn, enclavada en medio de las vastas estepas de Asia Central, había sido diseñada para impresionar y controlar a partes iguales. Formaba parte de la Nueva Ruta de la Seda, un megaproyecto que no solo transformaba el comercio global, sino que también reconfiguraba la geopolítica y el destino de millones de personas. Daniel, de 32 años, se encontraba entre los más de 50.000 gallegos enviados a esa ciudad como parte de un acuerdo entre la Unión Europea y China que parecía salido de una novela distópica.

No había cometido ningún crimen. Su destierro se debía a las acciones de su padre, Antón Loureiro, un político nacionalista gallego que se había enfrentado abiertamente a la creciente influencia china en su tierra natal. Antón había liderado un movimiento que pedía poner límites a las inversiones chinas en sectores estratégicos en Galicia, pero su retórica encendida y su incapacidad de controlar a algunos de sus seguidores lo convirtieron en un personaje incendiario. Cuando estallaron disturbios y pogromos contra comerciantes y residentes chinos en ciudades como Vigo y Santiago de Compostela, las autoridades encontraron en Antón el chivo expiatorio perfecto.

China, que dominaba el escenario global en 2025, no toleraba ningún desafío a su autoridad. En una exhibición de su poder blando, negoció directamente con Bruselas. Galicia, que dependía económicamente de las inversiones chinas, quedó a merced de las decisiones estratégicas de Pekín. Uno de los precios por recuperar la estabilidad fue la reubicación de miles de gallegos, etiquetados como “hostiles a la cooperación internacional”, a enclaves como Dàqiáng Zhèn. Daniel fue uno de ellos, aunque su único “pecado” había sido compartir el apellido de su padre.


Una ciudad de nuevo cuño

Dàqiáng Zhèn no era una ciudad como las que Daniel conocía en Europa. Todo en ella parecía diseñado para maximizar la funcionalidad urbana y la productividad económica. A lo largo de sus avenidas rectilíneas, los rascacielos de cristal se alzaban como monumentos al progreso, y las zonas residenciales eran una reproducción precisa de las urbes modernas chinas: limpias, eficientes, pero faltas de alma. La presencia china era dominante, pero no opresiva. Había carteles en mandarín e inglés alabando el “Gran Sueño de la Ruta de la Seda”, y las políticas locales seguían un estricto manual de armonía: nada de confrontaciones directas, nada de gestos desafiantes, pero tampoco concesiones.

Los 50.000 gallegos reubicados formaban una comunidad aparte dentro de la ciudad, ubicados en barrios designados con nombres impersonales como “Zona Residencial G-4”. Aunque eran libres para moverse dentro de la ciudad, la segregación era evidente. Sus apartamentos eran funcionales, pero modestos, y sus trabajos, estrictamente asignados en sectores estratégicos como la construcción, el mantenimiento urbano o la industria ligera. Daniel, gracias a su título en ingeniería ambiental, fue asignado a un puesto en el diseño de sistemas de reciclaje de agua, una tarea que al menos le ofrecía cierta satisfacción profesional.


Una carga heredada

El exilio a Dàqiáng Zhèn había sido un golpe inesperado para Daniel. Antes de aquello, llevaba una vida tranquila en Vigo, trabajando en una consultora y manteniendo cierta distancia de las controversias políticas que rodeaban a su padre. En sus conversaciones familiares, solía advertir a Antón sobre las consecuencias de su retórica inflamatoria, pero su padre, testarudo y orgulloso, lo despreciaba como “demasiado pragmático”.

Cuando llegaron las deportaciones, Daniel intentó argumentar que no tenía vínculo alguno con las actividades políticas de su progenitor. No sirvió de nada. Para el sistema, su apellido era suficiente.

El viaje a Asia Central fue una humillación. Junto a otros gallegos, fue trasladado en trenes y aviones, sin explicaciones detalladas y con apenas sus pertenencias esenciales. Pero lo que más le dolía a Daniel no era la pérdida de su vida en Galicia, sino el veneno que sentía hacia su propio padre. Aquella experiencia le hizo ver a Antón como el egoísta que, al proteger sus ideales, había condenado a su propio hijo a un destierro.


Una vida en la urbe sin historia

A pesar de todo, la vida en Dàqiáng Zhèn no era tan terrible como Daniel temía. La ciudad, aunque carente de encanto, era segura. No había crimen, ni corrupción visible, y los deportados podían trabajar y enviar dinero a sus familias en Europa si lo deseaban. Daniel pronto se dio cuenta de que China no buscaba castigarlos, sino integrarlos en su ecosistema económico global. Por supuesto, había límites. Las críticas al régimen, aunque infrecuentes, se encontraban con un silencioso espectro de censura, y la posibilidad de regresar a Europa era prácticamente inexistente.

Daniel se levantaba temprano cada día para tomar un tren ligero hacia el distrito donde trabajaba. Su despacho estaba lleno de compañeros de diferentes países europeos, que también habían sido reubicados. La mayoría evitaba hablar de política; era más fácil centrarse en los pequeños placeres: un buen café, un libro, las breves conversaciones en el idioma común que iban desarrollando entre ellos.

Fue en esos momentos cuando Daniel empezó a sentirse parte de una extraña comunidad. Aunque cada uno tenía sus propias tragedias o resentimientos, su experiencia compartida en aquella ciudad los unía. Aprendió a disfrutar de las cosas pequeñas: una conversación sincera, una caminata al parque central, incluso el desafío de mejorar su mandarín, un idioma que al principio le parecía inabordable, pero que progresivamente le fue abriendo puertas.


Recuerdos y redención

A pesar de la rutina establecida, el peso del pasado seguía rondando la mente de Daniel. Por las noches, pensaba en Galicia, en el olor del mar y los días lluviosos en los bosques. Sabía que su exilio estaba enraizado en las acciones de su padre, pero también comenzaba a preguntarse si algún día podría encontrar una forma de reconciliarse con él.

Los residentes chinos en Galicia habían sufrido injusticias que no se podían ignorar. Las imágenes de negocios destrozados y familias aterrorizadas durante los pogromos no desaparecían de su memoria. Aunque nunca había estado de acuerdo con las opiniones de su padre, tampoco había hecho nada para contrarrestarlas. Quizás estaba pagando, de una forma indirecta, por su propia apatía.


Construyendo un nuevo futuro

Con el paso de los años, Daniel encontró algo que nunca esperó: estabilidad. No era feliz en el sentido pleno de la palabra, pero tampoco vivía una vida miserable. Había hecho amigos, aprendido un nuevo idioma y desarrollado una rutina en la que incluso encontraba momentos de satisfacción.

Entendió que Dàqiáng Zhèn no era el final de su vida, sino un capítulo diferente. Aprendió a desligarse del peso de los errores de su padre, cultivando una especie de paz interior que no dependía ni de Galicia ni de las decisiones externas.

Un día, mientras caminaba por una de las amplias avenidas de la ciudad, observó a un grupo de niños jugando bajo un cartel que celebraba la cooperación internacional entre Europa y China. Por primera vez en mucho tiempo, sintió algo parecido a la esperanza. Quizás no era el futuro que había imaginado, pero era un futuro que podía construir, día a día.

En el fondo, Daniel seguía siendo gallego, pero también había empezado a ser algo más: un ciudadano del mundo, destinado a vivir entre fronteras que, aunque impuestas, también ofrecían nuevas posibilidades.

Un Nuevo Camino: La Orden de Tritones y Sirenas

La rutina de Daniel en Dàqiáng Zhèn daba signos de estabilizarse cuando, en una conversación casual con uno de sus vecinos gallegos, escuchó hablar por primera vez de la Orden de los Tritones y Sirenas. Era una organización paramasónica con presencia en la ciudad, tolerada por las autoridades de Karakal y con un estilo mucho más relajado y diverso que las logias tradicionales. A diferencia de la masonería clásica, era mixta, más accesible y se enfocaba en el intercambio intelectual, la exploración filosófica y el desarrollo personal.

Lo que realmente llamó la atención de Daniel fue el detalle de que las ceremonias y los debates en la logia se celebraban en Interlingua, una lengua construida a partir de elementos comunes de las lenguas romances, lo que facilitaba la comunicación entre aquellos cuyos idiomas nativos compartían raíces latinas. La idea de poder conversar con personas de origen diverso, pero con las que compartía un trasfondo lingüístico y cultural, le resultó fascinante. Hasta entonces, Daniel sentía que su mundo social en Dàqiáng Zhèn era limitado, y unirse a la logia parecía una oportunidad de expandir horizontes.


La Iniciación en la Logia

El edificio donde se reunía la logia, una antigua biblioteca reconvertida en centro cultural, era modesto pero acogedor. En su primera visita, Daniel fue recibido por Márcio, un brasileño de mediana edad con una energía contagiosa, y Clara, una francesa amable y de risa fácil. La inclusión era palpable desde el primer instante, y aunque las ceremonias tenían un aire formal, estaban impregnadas de humor y camaradería.

La Orden no imponía grandes exigencias a sus miembros, más allá de la disposición al aprendizaje y al diálogo. Durante las reuniones, debatían temas que iban desde filosofía y literatura hasta ética y ciencia, siempre manteniendo un espíritu de respeto mutuo. Daniel se sintió atraído por la diversidad del grupo: había italianos, portugueses, latinoamericanos, españoles, y también algunos locales karakalís que hablaban fluidamente Interlingua.

Pronto, la logia se convirtió en una parte esencial de su vida. Allí encontró un espacio donde no solo podía hablar de ideas complejas y compartir sus pensamientos, sino también forjar amistades más profundas. Márcio y Clara se convirtieron en sus principales confidentes, y las reuniones, que incluían desde ceremonias simbólicas hasta cenas informales, le ofrecieron una vida social que había echado de menos desde que llegó a la ciudad.


El Encuentro con Adriana

Fue en una de esas reuniones de la Orden donde Daniel escuchó por primera vez sobre Adriana, una ingeniera rumana que trabajaba en Dàqiáng Zhèn. Aunque ella no era miembro de la logia, era conocida por algunos de los participantes. Con el tiempo, la vida quiso que ambos coincidieran en un evento organizado por la comunidad internacional de la ciudad. Fue una tarde soleada en el Parque de la Amistad, un espacio verde diseñado para simbolizar la cooperación global, donde varias culturas presentaban espectáculos y actividades.

Adriana estaba junto a un pequeño grupo de mujeres: Hanna, una alemana con un marcado sentido del humor; Luz, una peruana que trabajaba como periodista; Zuzana, una eslovaca aficionada a la fotografía, y Ming, una china encantadora que había abandonado Shanghái para buscar un nuevo comienzo en Karakal. Adriana destacaba por su elegancia discreta, su sonrisa cálida y su carácter sereno. Llevaba una camiseta sencilla y pantalones de deporte, pero era evidente que cuidaba de sí misma. Era atlética, tenía un porte confiado, y cuando hablaba irradiaba inteligencia y curiosidad por el mundo.

La conversación inicial entre Daniel y Adriana fue breve, pero dejó una impresión profunda en él. Hablaron sobre su pasión por los viajes y sobre la experiencia de vivir en un país tan singular como Karakal. Adriana le confesó que había llegado voluntariamente a la ciudad tras pasar varios años trabajando en Kazajistán. Allí había encontrado su vocación como ingeniera en proyectos de infraestructura sostenible.

—No soy de las que se queda en un solo lugar mucho tiempo, pero esta ciudad tiene algo que me intriga.

La imagen de Adriana quedó grabada en la mente de Daniel. Era el tipo de persona que hacía todo con un propósito.


Una Amistad Creciente

Con el paso de las semanas, Daniel y Adriana comenzaron a coincidir más a menudo. A veces era en encuentros sociales organizados por amigos en común, otras veces en el gimnasio donde ambos iban a entrenar. Adriana siempre parecía rodeada de sus amigas, que formaban una especie de pequeño “club multicultural”, pero nunca rechazaba la oportunidad de charlar con Daniel cuando se lo encontraba.

Aunque ambos compartían una conexión inmediata, Daniel no estaba seguro de cómo interpretar sus gestos. Adriana era naturalmente amable y agradable con todos, pero en ocasiones había algo en su mirada que sugería un interés más profundo cuando hablaban.

En una ocasión, después de un evento cultural, ambos decidieron pasear juntos por la ciudad. Caminaban por las amplias avenidas y los parques perfectamente diseñados de Dàqiáng Zhèn mientras discutían sobre literatura. Daniel mencionó su afición por autores como Gabriel García Márquez, y Adriana, con una sonrisa encantadora, le recomendó que leyera a Mircea Eliade, un antropólogo y escritor rumano que exploraba temas de espiritualidad y mitología.

—Creo que te gustará. Tiene una forma de conectar lo cotidiano con lo trascendental.

Daniel no pudo evitar sentirse cada vez más atraído por ella. Adriana no solo era guapa; era brillante, independiente y tenía una forma de ver la vida que lo fascinaba. Sin embargo, la duda lo atormentaba. ¿Era solo una amistad para ella? ¿O había algo más en esos paseos y en las conversaciones que se alargaban hasta la noche?


Sentimientos a Fuego Lento

Adriana, por su parte, también se sentía cada vez más cómoda con Daniel. Aunque al principio no le había prestado mucha atención, pronto comenzó a notar detalles de él que la cautivaban: su curiosidad genuina, su sentido del humor sutil y su forma de escuchar con atención. A menudo se encontraba pensando en sus charlas y, aunque no era el tipo de persona que se dejaba llevar fácilmente por sus emociones, algo en Daniel le resultaba diferente.

Pero Adriana era reservada por naturaleza. Había construido su vida con esfuerzo, moviéndose de país en país, y no estaba segura de si quería arriesgar su independencia emocional por alguien que, como ella, parecía estar de paso en aquella ciudad.


Un Paseo Bajo las Estrellas

Finalmente, una noche, después de una cena organizada por compañeros de trabajo, Adriana y Daniel se encontraron caminando juntos nuevamente. La ciudad estaba tranquila, y las luces de los rascacielos se reflejaban en los canales del parque central. Daniel reunió el valor para expresar lo que sentía, aunque de forma sutil.

—Sabes, nunca imaginé encontrar a alguien como tú en un lugar como este. Es curioso cómo la vida nos sorprende en los momentos menos esperados.

Adriana se detuvo, lo miró a los ojos y, con una leve sonrisa, respondió:

—La vida tiene sus formas de empujarnos hacia lo inesperado. Quizás eso es lo que la hace tan interesante.

Daniel no estaba seguro de si aquella respuesta significaba algo más, pero, por primera vez, sintió que había una chispa. Una chispa que prometía algo más que amistad.

Encuentro en el Círculo Social

La primera vez que Adriana conoció a Ming, la amiga china de Daniel, fue en un evento cultural organizado por la comunidad internacional de Dàqiáng Zhèn. Ming, una joven profesional de Shanghái que trabajaba como consultora de proyectos tecnológicos, tenía un aire elegante y sofisticado que contrastaba con su personalidad abierta y directa.

Durante la velada, Ming observaba con curiosidad la interacción entre Daniel y Adriana. Era evidente el interés mutuo, y como amiga cercana de Daniel, Ming no pudo evitar querer conocer más sobre la mujer que había capturado la atención de su amigo.

—Así que eres la ingeniera rumana que ha estado ocupando los pensamientos de Daniel —dijo Ming con una sonrisa pícara, mientras compartían una mesa en un pequeño café del centro de la ciudad.

Adriana, sorprendida por la franqueza, respondió con humor:

—¿Y tú eres la amiga que vigila que nadie se acerque demasiado a Daniel?

Ming rio abiertamente. Su risa era franca, sin artificios. Pronto comenzaron a conversar sobre sus experiencias como profesionales internacionales, sus vivencias en Dàqiáng Zhèn y sus perspectivas sobre la vida global.

Lo que más sorprendió a Adriana fue la profundidad de Ming. No era solo una profesional exitosa, sino alguien con una visión crítica del mundo, capaz de analizar con agudeza las complejidades de las relaciones internacionales y culturales.

—Daniel me ha hablado muy bien de ti —comentó Ming en un momento de la conversación—. Dice que eres la persona más interesante que ha conocido en la ciudad.

El comentario hizo que Adriana sintiera un leve rubor, algo poco común en ella. La complicidad entre Daniel y Ming era evidente, y eso le resultó reconfortante. No era una amistad posesiva, sino genuina.

Cuando se despidieron, Ming le dio a Adriana un consejo inesperado:

—No dejes que los miedos te impidan ver lo que puede ser una conexión especial. La vida en ciudades como esta es corta, y las oportunidades verdaderas son escasas.

Adriana reflexionó largo tiempo sobre aquellas palabras después del encuentro.

Un Día Gris y un Zapato Perdido

Llovía con intensidad sobre Dàqiáng Zhèn. No era un aguacero ligero, sino una lluvia persistente que parecía querer borrar los contornos de la ciudad, difuminando los rascacielos y convirtiendo las amplias avenidas en canales improvisados.

Daniel salía de la oficina cuando ocurrió. Un charco más profundo de lo esperado, un resbalón imperceptible, y de repente su zapato derecho desapareció, arrastrado por la corriente que bajaba por la acera. Intentó recuperarlo, pero la masa de agua gris lo había llevado hacia un sumidero, perdiéndose para siempre entre el hormigón y el asfalto.

Quedó con un pie completamente mojado, el calcetín empapado adherido a la piel, sintiendo el frío subir por su pierna. La imagen era casi cómica: un gallego deportado, parado en medio de una calle china de Asia Central, con un zapato menos, contemplando el lugar donde su calzado había desaparecido.

Pensó en llamar a Ming para que lo recogiera, pero decidió caminar. A veces la vida te quita un zapato, y lo mejor es seguir adelante.

Un Amor Bajo el Cielo de Asia Central

Los días de Daniel y Adriana en Dàqiáng Zhèn transcurrían con la intensidad contenida de quienes saben que algo profundo está sucediendo entre ellos. Durante semanas, su amistad había ido creciendo, alimentada por largas charlas, paseos por los parques de la ciudad y pequeñas confidencias que creaban un puente entre sus mundos. Aunque ambos sabían que algo más latía bajo la superficie, ninguno había dado el paso definitivo… hasta aquella noche.

Estaban sentados en un banco del Parque de la Amistad, un espacio donde las luces cálidas de la ciudad competían con las estrellas en el cielo despejado. Adriana acababa de empezar a dibujar un boceto. La cadencia con la que sostenía el lapiz entre los dedos, trazando líneas con precisión y calma sobre el papel, reflejaba la esencia de quién era: equilibrada, serena, pero con una chispa de atrevimiento.

Daniel rompió el silencio.

—¿Sabes? Estos momentos contigo son lo mejor que me ha pasado desde que llegué a esta ciudad. Bueno… en realidad, desde hace mucho más tiempo.

Adriana lo miró, sorprendida al principio, pero luego su expresión se suavizó en una sonrisa sincera.

—Daniel, creo que… —hizo una pausa, apartando su cuaderno— Creo que siento lo mismo.

Él, más valiente de lo que se había sentido en meses, tomó su mano.

—¿Lo dices en serio? Porque para mí tú no eres solo la mejor parte de estar aquí. Eres la única razón por la que esta ciudad se siente como un lugar al que pertenezco.

Adriana lo miró fijamente, como si evaluara la profundidad de sus palabras. Luego, con esa sonrisa serena que tanto lo atraía, respondió:

—Yo también me siento así contigo.

Fue un momento sencillo, sin grandes gestos ni dramatismos, pero absolutamente perfecto. La declaración mutua de amor quedó sellada con un beso bajo las estrellas, mientras una suave brisa de la estepa acariciaba sus rostros.


Presentando a los Amigos

La relación de Adriana y Daniel no tardó en hacerse pública entre sus círculos de amigos. La primera en enterarse, por supuesto, fue Ming, la amiga china de Daniel, quien no pudo contener una sonrisa triunfal cuando él le confesó la noticia.

—Sabía que esto pasaría. Tú mirabas a Adriana como si ella fuera la única persona en el mundo.

En cuanto a Adriana, sus amigas —Hanna, Luz, Zuzana y Ming (quien también formaba parte de su círculo)— se lo tomaron con la misma naturalidad. Mientras tomaban un café en una tarde perezosa, Hanna fue la primera en bromear:

—Bueno, ya era hora. Creí que iba a ser necesario empujarte hacia él.

Luz, la peruana del grupo, añadió con una sonrisa:

—Daniel tiene esa vibra de tipo tranquilo pero con una profundidad que atrae. Honestamente, siempre supe que terminarías con él.

Adriana se limitó a reír, disfrutando de las bromas y comentarios. Aunque compartía muchas cosas con sus amigas, su relación con Daniel se sentía íntima, personal, algo que pertenecía solo a ellos dos.


Excursiones y Momentos Compartidos

Con el inicio de su romance, Daniel y Adriana comenzaron a explorar juntos los alrededores de la ciudad, que ofrecían paisajes naturales sorprendentes dentro de la vasta y árida región de Karakal. Uno de sus lugares favoritos se encontraba a las afueras: un lago salado de aguas cristalinas rodeado de suaves colinas marrones.

Un Día a la Vuelta de la Logia

Aunque Adriana no formaba parte de la Orden de los Tritones y Sirenas, a veces preguntaba curiosidades sobre las ceremonias o los temas tratados. Una noche, después de que Daniel regresara de un ritual especialmente reflexivo, ella le esperaba en su apartamento con una cena sencilla preparada, algo que solía hacer cuando ambos terminaban tarde sus actividades.

—¿Cómo estuvo la ceremonia? —preguntó mientras servían el vino.

Daniel se rió mientras colocaba los platos en la mesa.

—Estuvimos hablando sobre cómo equilibrar nuestras expectativas con la realidad. Lo gracioso es que terminé pensando en nosotros.

Adriana frunció el ceño, interesada.

—¿En nosotros? ¿Por qué?

—Porque lo que tenemos es mucho mejor que cualquier expectativa que pudiera haber tenido cuando llegué aquí. Nunca imaginé que encontraría a alguien como tú en esta ciudad.

Adriana lo miró con una mezcla de ternura y diversión.

—Eres muy poético para ser ingeniero.

Él se encogió de hombros.

—Será la influencia de la logia.

Ambos rieron, y en ese momento, bajo la luz cálida de la cocina, quedó claro que lo que habían construido juntos no era solo un romance pasajero, sino algo con raíces profundas que los sostenían en una tierra que, de otro modo, habría seguido sintiéndose como un exilio.


Un Amor Que Florece

Daniel y Adriana continuaron compartiendo su tiempo, explorando la ciudad y sus alrededores, y, sobre todo, disfrutando de la conexión especial que los había unido. Cada excursión y cada charla nocturna eran ahora momentos que ambos compartían como parte de su historia conjunta.

El amor entre ellos no era dramático ni explosivo, sino algo sereno y constante, como las aguas de un lago al que regresaban una y otra vez, sabiendo que, en medio de todo lo extraño y desconocido en Dàqiáng Zhèn, habían encontrado su refugio.

Un Paseo en Bicicleta por Dàqiáng Zhèn El sol se derramaba sobre las amplias avenidas de Dàqiáng Zhèn, una de esas raras mañanas en que el cielo era despejado y la ciudad parecía menos fría y funcional que de costumbre. Adriana y Daniel habían decidido aprovechar el buen clima para recorrer la ciudad en bicicleta, una actividad que, aunque sencilla, les ofrecía una sensación de libertad en un lugar que a menudo podía parecer monótono. Para Daniel, que solía caminar o tomar el transporte público, la bici ofrecía una perspectiva completamente nueva de la ciudad. Para Adriana, acostumbrada a explorar cada rincón como si fuera parte de una expedición, era una oportunidad perfecta para compartir con él un poco de su energía contagiosa. Ambos llevaban bicicletas alquiladas en una de las muchas estaciones automáticas distribuidas por la ciudad. Eran modelos modernos, prácticos, diseñados para el estilo urbano que predominaba en Dàqiáng Zhèn. Adriana lideraba, con su mochila ligera ajustada a los hombros, mientras Daniel iba detrás, disfrutando del frescor del aire contra su rostro. El Distrito Financiero: El Corazón Reluciente de la Ciudad Comenzaron su recorrido en el distrito financiero, donde los enormes rascacielos de vidrio y acero competían por alcanzar el cielo. Reflexiones de luz se multiplicaban en las fachadas de los edificios, creando un espectáculo hipnótico mientras pedaleaban por las avenidas. —La primera vez que pasé por aquí, pensé que estaba en una maqueta —dijo Daniel, señalando hacia un edificio con un diseño futurista que aparecía en casi todas las postales de la ciudad. Adriana rió. —¿Sabes? Yo tuve la misma sensación. Todo es tan... perfecto y simétrico que casi parece irreal. Pero reconozco que me gusta. Hay algo tranquilizador en que todo esté tan bien organizado. A medida que avanzaban, esquivaban a los oficinistas que caminaban apresuradamente y a los tranvías silenciosos que seguían sus trayectos impecablemente programados. Aquí, el corazón económico de la ciudad parecía latir al ritmo constante de la eficiencia. El Mercado Internacional: Olores y Sabores del Mundo Desde el distrito financiero, giraron hacia el Mercado Internacional, un espacio vibrante donde la homogeneidad de la metrópolis se desvanecía, dando paso a colores, sonidos y olores que reflejaban la diversidad cultural de Dàqiáng Zhèn. Adriana frenó su bicicleta frente a un puesto de especias, donde el aire estaba impregnado de cúrcuma, canela y chile. —Cuando vine por primera vez aquí, supe que esta era mi parte favorita de la ciudad —dijo, bajando de su bicicleta y sujetándola con una mano mientras inspeccionaba un pequeño frasco de miel local. Daniel, todavía montado, miró alrededor, maravillado por la energía del lugar. Había comerciantes de todo el mundo: kazajos con sombreros tradicionales, vendedores chinos ofreciendo dim sum recién hecho, mujeres rusas ofreciendo tejidos bordados, y hasta un par de españoles que vendían jamón y aceite de oliva. —Tienes razón, esto es un oasis de humanidad —comentó Daniel, mientras sus ojos se perdían en un puesto lleno de frutas exóticas que nunca había visto antes. Adriana compró un par de pequeños pastelillos de miel y frutos secos. Se los pasó a Daniel mientras volvían a subirse a las bicicletas. —Te va a encantar —le dijo. Y tenía razón. El sabor dulce y crujiente le provocó una sonrisa inmediata. El Canal Dorado: Un Paseo junto al Agua Desde el mercado, tomaron un desvío hacia el Canal Dorado, un sistema de canales inspirado en las ciudades chinas tradicionales, con un toque moderno que lo hacía único. Las aguas tranquilas reflejaban el cielo de azul intenso y los edificios que se alineaban en sus orillas, mientras pequeñas embarcaciones cargadas de flores y mercancías se deslizaban lentamente. El carril bici que seguían serpenteaba junto al canal, flanqueado por árboles perfectamente podados que ofrecían sombra. Aquí, el ritmo de la ciudad era más lento, casi relajante. —¿No te parece curioso cómo esta parte de la ciudad parece estar diseñada para que olvides que estás en medio de la estepa? —comentó Adriana. Daniel asintió, observando una pareja que paseaba de la mano por la orilla, mientras un grupo de niños locales lanzaba pequeños barcos de papel al agua. —Sí. Es como si quisieran que este lugar pareciera un refugio en medio de todo lo demás. Adriana detuvo su bicicleta un momento, apoyando un pie en el suelo para mirar más de cerca una pequeña pagoda construida junto al canal. Era un lugar tranquilo, perfecto para sentarse y contemplar la vida que fluía alrededor. —Volvamos aquí algún día con un libro o un termo de café —sugirió, sonriendo mientras miraba a Daniel. —Es una cita —respondió él, devolviéndole la sonrisa. El Parque de la Amistad: Naturaleza y Contemplación Terminaron el recorrido en el Parque de la Amistad, un enorme espacio verde que servía como el pulmón de la ciudad. Era un lugar que ambos conocían bien, pero recorrerlo en bicicleta les ofreció una nueva perspectiva. Los senderos serpenteaban entre grandes extensiones de césped, flores cuidadosamente dispuestas y estatuas dedicadas a la cooperación entre naciones. Decidieron detenerse junto a un pequeño lago artificial donde una bandada de cisnes nadaba tranquilamente. —¿Otro momento especial? —preguntó Daniel, tomando asiento en uno de los bancos junto a ella. Adriana exhaló lentamente, mirando hacia el agua. —Sí, pero este es un poco diferente. Es especial porque estoy contigo. Daniel, tocado por sus palabras, le tomó la mano mientras el viento jugueteaba con su cabello castaño. —Podría hacer esto todos los días contigo y nunca me cansaría. Ella sonrió, acercándose un poco más a él. —Bueno, vamos paso a paso. Pero admito que no me importaría repetirlo más seguido. Ambos se rieron suavemente, disfrutando de la tranquilidad del parque y de la compañía mutua. Mientras las nubes comenzaban a cubrir el cielo, anunciando una ligera llovizna que caería sobre la ciudad, Daniel y Adriana se prepararon para regresar, guardándose en la memoria la sencillez y la felicidad de un paseo en bicicleta que, sin pretenderlo, se había convertido en otro capítulo especial de su historia juntos.

Un Fin de Semana de Tíos Impostores

Era un sábado por la mañana cuando Zuzana, la amiga eslovaca de Adriana, llamó para pedirles un favor. Zuzana estaba lidiando con un imprevisto de última hora: una reunión urgente en su empresa, algo poco habitual durante el fin de semana, y no tenía con quién dejar a sus dos hijos, Marek, de ocho años, y Lenka, de cinco.

—Son buenos niños, de verdad —se apresuró a decir Zuzana por teléfono—. Pero les encantará pasar tiempo con vosotros. Adriana, Lenka ya te adora.

Adriana, que tenía debilidad por los niños, aceptó sin dudar, arrastrando también a Daniel a la experiencia.

—No te preocupes, sobreviviremos juntos —le dijo Adriana, riendo mientras preparaba una pequeña mochila con algunos juegos de mesa y una merienda para llevar a casa de Zuzana.

Daniel, aunque un poco nervioso, decidió tomárselo como una aventura. Después de todo, no podía decirle que no a Adriana, especialmente cuando lo miraba con esa sonrisa entusiasta.


El Encuentro con Marek y Lenka

Cuando llegaron al apartamento de Zuzana, los niños los recibieron con entusiasmo. Marek, que ya estaba en la puerta con un juguete de dinosaurio en la mano, parecía intrigado por Daniel. Lenka, en cambio, corrió directamente hacia Adriana y la abrazó con toda la confianza que solo los niños son capaces de dar.

—¿Eres un caballero? —preguntó Marek a Daniel nada más verlo, sosteniendo su dinosaurio como si fuera un caballero medieval.

—Claro que sí —respondió Daniel, sonriendo mientras hacía una pequeña reverencia teatral—. Y tú, ¿eres un valiente caballero también?

Marek asintió con seriedad, como si el asunto fuera de suma importancia.

Adriana, mientras, ya estaba sentada en el sofá con Lenka, que insistía en mostrarle su colección de muñecas.

—Esta es Nora y esta es Sofía —explicó Lenka con una voz dulce, señalando a sus muñecas con trajes de colores.

Zuzana, agradecida por la rápida conexión entre los niños y sus cuidadores improvisados, salió corriendo hacia su reunión, dejando en sus manos la responsabilidad de una jornada completa con los pequeños.


Explorando el Parque con los Niños

Adriana y Daniel decidieron que lo mejor sería sacar a los niños al aire libre, así que se dirigieron al Parque de la Amistad, un lugar que ya conocían bien. Marek pedaleaba con su pequeña bicicleta mientras Daniel lo seguía corriendo, fingiendo ser un dinosaurio que lo perseguía, lo que provocó risas constantes del niño.

Lenka, por su parte, iba agarrada de la mano de Adriana, quien le enseñaba cómo reconocer las flores que crecían a lo largo de los senderos del parque.

—¿Esta cuál es? —preguntó Lenka, señalando una flor violeta.

—Eso es lavanda —respondió Adriana, inclinándose para que Lenka pudiera olerla.

—¡Huele bonito! —exclamó la niña, encantada.

Más tarde, se sentaron bajo un árbol para organizar un pequeño picnic. Adriana había traído bocadillos, frutas y galletas, mientras Daniel se encargaba de cortar pequeños trozos de manzana para los niños.

—Marek, ¿quieres más jugo? —preguntó Daniel, sosteniendo el cartón.

—Sí, pero no me pongas hielo. El hielo es para chicos débiles —dijo Marek con una seriedad tan cómica que Adriana y Daniel no pudieron evitar reír.

Lenka, entretanto, estaba demasiado ocupada jugando a intercambiar sombreros con Adriana como para prestar atención a su hermano.


Una Ocasión para Reflexionar

Mientras los niños corrían por los jardines después de comer, Adriana y Daniel se sentaron en un banco cercano para tomar un respiro. Desde ahí, los observaban jugar: Marek se había subido a un árbol bajo y Lenka estaba intentando atraparlo, riendo a carcajadas.

—Tienen muchísima energía —comentó Daniel, sonriendo mientras veía cómo Marek fingía ser un superhéroe que huía de Lenka, quien ahora era la “villana” de la historia.

Adriana lo miró con una expresión que mezclaba diversión y ternura.

—Sí, pero es bonito, ¿no crees? Ver cómo disfrutan de cada pequeño momento.

Daniel asintió, aunque no pudo evitar hacer una mueca de cansancio fingido.

—Definitivamente me hacen cuestionarme si tendría la paciencia suficiente para ser padre algún día.

Adriana lo miró de reojo, fingiendo sorpresa.

—¿Qué pasa? ¿No tienes instinto paternal?

—Quizás lo estoy descubriendo ahora mismo —respondió él con una sonrisa.

Adriana rio suavemente, mientras un pensamiento la atravesaba. Nunca había considerado en serio la posibilidad de formar una familia, pero ver a Daniel interactuando con los niños le hizo imaginar cómo sería tener un futuro más estable, menos nómada. No dijo nada en voz alta, pero sus pensamientos le provocaron una sensación cálida.


Un Final con Risas y Cansancio

De vuelta en casa de Zuzana, Marek y Lenka estaban cansados pero felices. Marek insistió en mostrarle a Daniel cómo había perfeccionado su “técnica de dinosaurio” durante el tiempo en el parque, mientras Lenka se quedó dormida en los brazos de Adriana antes de que pudieran leerle un cuento para la siesta.

Cuando Zuzana regresó, parecía aliviada al encontrar a los niños contentos y tranquilos.

—¡Gracias, de verdad! Les habéis hecho el día.

—Nosotros también lo hemos disfrutado —respondió Adriana, sonriendo mientras miraba a Lenka, que aún dormía profundamente.

De camino a casa, Daniel y Adriana caminaban en silencio al principio, pero luego él rompió el momento para decir algo con una mezcla de broma y honestidad:

—Bueno, creo que oficialmente sobrevivimos a nuestra primera misión como cuidadores.

Adriana rió, dándole un ligero empujón en el hombro.

—Lo hiciste muy bien para ser tu primera vez. Tal vez hasta tengas talento.

Daniel la miró con una sonrisa ladeada.

—¿Tú crees? Entonces tal vez debería empezar a pensar en practicar más seguido contigo.

Adriana le devolvió la sonrisa, pero no dijo nada. En cambio, se acercó un poco más a él, mientras ambos caminaban bajo las luces suaves de la ciudad, sintiendo que, así como entre ellos dos, en el día que acababan de compartir, había algo que se sentía perfectamente natural.

Un Fin de Semana en la Capital de Karakal

Daniel había encontrado en la carpintería una forma de expresión y relajación. En los momentos en que no podía acceder a un taller completo, se dedicaba a crear miniaturas: casitas de muñecas con muebles diminutos, objetos decorativos y pequeñas figuras religiosas. Esta afición le permitía mantener viva su pasión por trabajar la madera, incluso en los confines de su apartamento en Dàqiáng Zhèn.

Un fin de semana, Daniel y Adriana decidieron hacer un viaje a Nukus, la capital de la República de Karakal, junto con algunos amigos. La ciudad, mucho más pequeña que Dàqiáng Zhèn y con menos influencia china, ofrecía una experiencia más auténtica de Asia Central.

Al llegar a Nukus, el grupo quedó impresionado por el contraste con Dàqiáng Zhèn. Las calles eran más estrechas y bulliciosas, llenas de gente vestida con ropas tradicionales. El aroma de especias y el sonido de la música local llenaban el aire.

Paseando por el centro de la ciudad, se detuvieron en el colorido Bazar Mizdakhan. Allí, Daniel se maravilló con los artesanos locales que trabajaban la madera, creando intrincados diseños en puertas y muebles. Adriana, por su parte, se deleitó con los tejidos tradicionales y las joyas de plata características de la región.

Más tarde, visitaron el Museo Estatal de Arte de Karakalpakstán, conocido como el “Louvre de las Estepas”. Quedaron asombrados por la colección de arte vanguardista ruso y las antigüedades de la región de Corasmia.

Al caer la noche, el grupo se dirigió a una chaikhana tradicional para cenar. Se sentaron en el suelo alrededor de un dastarkhan, un mantel extendido con una variedad de platos típicos. La cena comenzó con una sopa caliente de cordero llamada shurpa, seguida del plato principal: palov, un arroz especiado con carne y verduras. También probaron el kazan kabob, carne asada con patatas, y samsa, empanadas rellenas de carne.

Durante la cena, un anciano local les contó historias sobre las tradiciones karakalpak, incluyendo la importancia del té en la cultura local. Daniel y Adriana se miraron, sorprendidos por la calidez y hospitalidad de la gente, tan diferente de la atmósfera más formal de Dàqiáng Zhèn.

Mientras saboreaban el postre, chak-chak (bolitas de masa fritas cubiertas de miel), Daniel comentó:

“Es fascinante cómo esta ciudad ha mantenido su esencia. Me recuerda un poco a Galicia, donde las tradiciones siguen vivas a pesar del paso del tiempo.”

Adriana asintió, pensativa. “Sí, hay algo especial aquí. Es como si el tiempo se hubiera detenido, pero de una manera hermosa.”

Al regresar a su hotel, ambos se sentían enriquecidos por la experiencia. Daniel ya estaba pensando en cómo podría incorporar algunos de los diseños tradicionales que había visto en sus próximos proyectos de carpintería en miniatura.

Este viaje a Nukus no solo les había ofrecido un respiro de la vida en Dàqiáng Zhèn, sino también una nueva perspectiva sobre la rica cultura de Karakal, dejándoles con ganas de explorar más este fascinante país.

Daniel se despertó temprano, como de costumbre, pero la ausencia de Adriana se hacía notar en el silencio del apartamento. Preparó su desayuno en solitario, un café y unas tostadas, mientras revisaba las noticias en su teléfono. La rutina era la misma, pero se sentía diferente sin la presencia de Adriana.

En la oficina, Daniel se sumergió en su trabajo, diseñando sistemas de reciclaje de agua para un nuevo complejo residencial. Su colega chino, Li Wei, notó su estado de ánimo más apagado.

“¿Todo bien, Daniel?” preguntó Li Wei durante el almuerzo.

“Sí, es solo que Adriana está de viaje en Rumanía visitando a su familia. La echo de menos”, respondió Daniel con una sonrisa melancólica.

Li Wei asintió comprensivamente. “Entiendo. Cuando mi esposa viaja, yo también me siento así. Pero el tiempo pasará rápido, ya verás.”

Después del trabajo, Daniel decidió pasar por el taller de carpintería comunitario. Trabajar la madera siempre lo ayudaba a despejar su mente. Esa noche, se concentró en tallar una pequeña caja decorativa, imaginando que sería un regalo perfecto para Adriana cuando regresara.

De vuelta en casa, cenó algo ligero mientras esperaba la llamada de Adriana. Cuando su teléfono sonó, Daniel sintió una oleada de alegría.

“¡Hola, cariño!” saludó Adriana, su rostro iluminando la pantalla. “¿Cómo ha ido tu día?”

Daniel le contó sobre su jornada, omitiendo cuánto la extrañaba para no preocuparla. Luego, ansioso por saber de ella, preguntó: “¿Y tú? ¿Cómo has encontrado a tu familia?”

Adriana sonrió ampliamente. “Están todos bien. Mi madre sigue igual de enérgica, preparando comidas enormes para todos. Mi padre ha estado mostrándome las mejoras que ha hecho en el jardín. Y mi hermana pequeña, ¿te acuerdas que te conté que estaba embarazada? ¡Ya se le nota la barriguita!”

Daniel escuchó atentamente, feliz de ver a Adriana tan animada. Hablaron durante casi una hora, compartiendo anécdotas y planes para cuando ella regresara.

Cuando finalmente se despidieron, Daniel se fue a dormir sintiéndose más conectado con Adriana a pesar de la distancia. Aunque la echaba de menos, sabía que estos diez días pasarían rápido y pronto volverían a estar juntos en Dàqiáng Zhèn.

Daniel recibió la noticia sobre la salud de su padre como un golpe inesperado. Su madre le informó por teléfono que Antón, su padre, necesitaba una cirugía urgente del corazón. La impotencia de no poder estar junto a su familia en Galicia debido a su condición de deportado en Dàqiáng Zhèn lo consumía.

“Mamá, ¿estás segura de que me estás contando todo? ¿No hay nada más grave que no me estén diciendo?”, preguntó Daniel, su voz teñida de preocupación.

“Hijo, te estamos diciendo todo lo que sabemos. La operación es delicada, pero los médicos son optimistas”, respondió su madre, intentando tranquilizarlo.

Cuando Adriana llamó desde Rumanía, Daniel no pudo contener su angustia. Le contó sobre la situación de su padre y sus temores.

“Daniel, amor, no te preocupes. Voy a ir a Galicia. Conoceré a tu familia y te mantendré informado de todo”, dijo Adriana con determinación.

Días después, Adriana llegó a Santiago de Compostela. La familia de Daniel la recibió con una mezcla de sorpresa y gratitud. La madre de Daniel, María, la abrazó con fuerza.

“Gracias por venir, Adriana. Daniel nos ha hablado mucho de ti”, dijo María con los ojos húmedos.

Adriana acompañó a la familia al hospital, donde pudo ver a Antón antes de su cirugía. El hombre, a pesar de su estado, mantenía un espíritu fuerte.

“Así que tú eres la famosa Adriana”, sonrió Antón débilmente. “Cuida bien de mi hijo, ¿eh?”

Después de la operación, Adriana llamó a Daniel con buenas noticias. “Tu padre está bien, Daniel. La cirugía fue un éxito y los médicos dicen que se recuperará completamente”.

Mientras tanto, en Dàqiáng Zhèn, Daniel enfrentaba otro problema. En el almacén de la empresa habían desaparecido materiales de alto valor, y las sospechas recaían sobre él. Su jefe, Li Wei, lo llamó a su oficina.

“Daniel, se ha abierto una investigación interna. Hasta que se aclare todo, tendrás que trabajar bajo supervisión”, explicó Li Wei, visiblemente incómodo.

Daniel, aturdido por la noticia, solo pudo asentir. Ahora, además de la preocupación por su padre, tenía que lidiar con esta injusta sospecha sobre su integridad.

Daniel recibió la orden de presentarse en la sede central de la empresa en Shanghái con una mezcla de ansiedad y alivio. Por fin tendría la oportunidad de aclarar su situación, aunque el viaje lo alejaba aún más de su padre convaleciente en Galicia.

Al llegar a Shanghái, se instaló en un modesto hotel cerca de la sede de la empresa. Su vecino de habitación, un hombre mayor llamado Wei, al enterarse de que Daniel era carpintero aficionado, le pidió ayuda para levantar unos tabiques en su casa. Daniel, agradecido por la distracción, aceptó. Trabajar con sus manos le ayudó a calmar sus nervios mientras esperaba su comparecencia.

Mientras tanto, Adriana, aún en Galicia con la familia de Daniel, recibió la noticia de su viaje a Shanghái. Sin dudarlo, decidió ir a su encuentro. Utilizó parte de sus ahorros destinados a la compra de un coche y solicitó días libres en su trabajo. Su determinación por estar junto a Daniel en ese momento crucial era inquebrantable.

El reencuentro en Shanghái fue intenso y emotivo. Se abrazaron con fuerza en el vestíbulo del hotel, las palabras sobraban. Esa noche, compartieron sus miedos y esperanzas, reafirmando su compromiso mutuo.

Al día siguiente, Daniel se presentó en el departamento de recursos humanos. La tensión era palpable mientras explicaba su versión de los hechos. De repente, para su sorpresa, Li Wei, un compañero con quien apenas había interactuado en Dàqiáng Zhèn, entró en la sala.

Li Wei presentó pruebas concluyentes: registros de seguridad y testimonios que demostraban que Daniel no podía haber estado involucrado en la desaparición de los materiales. Además, señaló inconsistencias en los informes de inventario que apuntaban a un error administrativo más que a un robo.

Los responsables de la investigación, visiblemente impresionados por la evidencia presentada, deliberaron brevemente. Finalmente, el jefe del departamento anunció:

“Señor Loureiro, a la luz de esta nueva información, queda claro que usted es completamente inocente de cualquier irregularidad. Le ofrecemos nuestras sinceras disculpas por las molestias causadas.”

Daniel y Adriana regresaron a Dàqiáng Zhèn con una sensación de alivio y renovada confianza en su futuro juntos. Sus amigos, emocionados por su regreso y la buena noticia, organizaron una pequeña fiesta de bienvenida en el apartamento de Ming.

La velada estuvo llena de risas, música y conversaciones animadas. Ming preparó platos tradicionales chinos, mientras Hanna sorprendió a todos con un pastel casero. Entre brindis y anécdotas, Daniel y Adriana compartieron detalles de su aventura en Shanghái y Galicia.

La fiesta se prolongó hasta altas horas de la noche, con todos celebrando no solo la exoneración de Daniel, sino también la fuerza de su amistad y comunidad en Dàqiáng Zhèn. Mientras la noche avanzaba, Daniel y Adriana intercambiaron miradas cómplices, agradecidos por haber encontrado un hogar lejos de casa y un amor que había superado todas las pruebas.

A pesar de que la rudeza es una pieza fundamental para la construcción de roles y esquemas de relación en nuestras culturas, me parece que se habla poco de este elefante en medio del salón cuando se habla de psicología o cuando se analiza el funcionamiento de la sociedad.

La rudeza es uno de los ingredientes que suelen utilizarse en la receta de la masculinidad. Cada hombre usará de este ingrediente en mayor o menor medida pero parece difícil prescindir de él, como del ajo en las cocinas mediterráneas. El niño varón suele asumir que tiene que desarrollar su capacidad de rudeza para ser reconocido como plenamente masculino, el varón debe aprender a reprimir sus emociones, la única emoción cuya manifestación no cuestiona la masculinidad tradicional es la ira.

La rudeza es también una defensa frente a la conflictividad de las relaciones interpersonales en todos los ámbitos, una advertencia de respuesta violenta (física o verbal) ante eventuales agresiones.

La rudeza también funciona una estrategia para proteger la autoestima de la humillaciones de la convivencia y una manera de hacer algo más llevaderas las situaciones de dominación soportadas, muy especialmente en el ámbito laboral y militar, porque se supone que la rudeza revaloriza al individuo, compensando la desvalorización derivada de soportar y verse obligado a asumir situaciones de dominación. Frente a la dominación se reacciona con obediencia, que desvaloriza, y con una pose de rudeza, a la que se le atribuye un efecto valorizador, sobre todo en los machos.

El servicio militar obligatorio era una escuela de rudeza que enseñaba que el desarrollo de cierto nivel de rudeza era necesario para lograr la validación del grupo y de la autoridad. La supresión del servicio militar obligatorio ha reducido la valoración social de la rudeza, sin embargo las abundantes fantasías militares de la cultura del entretenimiento, siguen enalteciendo la rudeza, sobre todo como elemento de la construcción de la identidad masculina, pero también como elemento a valorar en ciertas identidades femeninas, de ruptura con la niña o con comportamientos de mujer tradicional.

¿La rudeza es un elemento que la empresa valora positivamente al seleccionar personal? Podría ser percibida por el seleccionador de personal como un indicador de aguante a la presión del dominio jerárquico (el trabajador rudo podría pensarse que no es tan propicio a coger una baja por ansiedad) y como un indicador de que el candidato a trabajador no cultiva otras habilidades sociales más trasversales que pueden perjudicar el control de la plantilla por el superior jerárquico al establecer lazos entre los trabajadores o al poner en entredicho, por comparación, las habilidades del mando.

El hombre de mediana edad, normalmente enfrentado a la realidad de una actividad laboral insatisfactoria, a una proyección social insuficiente y a la frustración de no haber alcanzado las promesas vitales que ofrece a los jóvenes nuestra sociedad de mercado, suele trabajar una coraza de cierta rudeza para compensar esos pequeños (muchas veces inevitables e incluso naturales) fracasos que dañan su identidad y autoestima. La rudeza puede ser un sustitutivo del estatus no logrado, pero incluso puede acompañar a la ostentación de estatus, como un adorno más. El rock viejuno, con toda una colección de grupos que lo cultivan, hace abundante uso de una imagen de rudeza de mediana edad.

Cerveza y tatuajes se han convertido en elemento de identidad de una buena parte de la población, demostración no solo de estar en la cultura contemporánea si no también de rudeza.

Siendo la rudeza un complemento importante para las personas de clase trabajadora y clase media, se entiende el potencial de la ideología rojiparda. La izquierda con origen en el 68, la izquierda más postmoderna, no se relaciona bien con esa demanda de identidad ruda. En cambio el rojipardismo si puede cultivar la imagen ruda o al menos, aceptarla.

Quizás la rudeza debería ser un elemento tenido mucho más en cuenta por la psicología y la crítica cultural, teniendo en cuenta el papel tan importante que juega al configurar el carácter y la cultura.

Hace poco acabé la novela “Elantris”, de Brandon Sanderson y ya pude escuchar el podcast https://www.ivoox.com/elantris-brandon-sanderson-audios-mp3_rf_30156272_1.html sobre la novela, que tenía reservado para escuchar cuando me acabara el libro.

El relato me gustó mucho. Es de fantasía, pero el tipo de magia que describe me hacía pensar en que podía haber un sistema tecnológico detrás, que los aones eran una interface holográfica para para manejar un sistema informatizado oculto que manejaba algún tipo de infraestructura tecnológica planetaria. Incluso me pareció que el dios Jaddeth, en su misterioso trono subterraneo esperando para salir a a superficie, podía ser una inteligencia artificial disputando el control del sistema. Los seones también tenían pinta de ser una inteligencia artificial con un cuerpo energético o con una presencia proyectada en el mundo físico.

En el podcast se compara los aones con runas, pero creo que, tal y como los describían en la novela, se parecerían más a ideogramas chinos (cuyo origen se piensa que estuvo asociado a prácticas mágicas). En cambio, la escritura de Fjordell, que usan en la religión Shu-Dereth, me parece que recordarían más a las runas.

Las tramas políticas de la novela me parecen un mecanismo de relojería muy impresionante.

Durante la lectura, el personaje de Galladón me lo imaginaba con la cara de Morgan Freeman.

La traca final con que acaba la novela me parece quizás un poco exagerada, todo muy al filo, un poco como en una película de acción de Hollywood.

Quizás a los personajes les falte un poco de textura, seguramente porque “Elantris” fue la primera novela publicada de Sanderson, pero el autor no llega a caer en una dinámica de personajes (diálogos, comportamientos...) propia del cine comercial, un pecadillo muy frecuente en autores de ciencia ficción estadounidense.

Es un engorro que cada administración tenga una sede electrónica con sus propios requerimientos, en unas puedes entrar con dificultad y en otras no porque tienen sus propios requerimientos técnicos. En unas comunidades autónomas los operadores jurídicos pueden relacionarse con los juzgados por la plataforma Lexnet y en otras tienen su propia plataforma, que exige una inscripción independiente del profesional. Dificultades que generan un reflejo centralista. Pero también es razonable que cada administración quiera controlar su presencia en red y sus datos. Todo un dilema.

¿No sería lógico aplicar un sistema de federación a las plataformas públicas, al estilo #Fediverso? Un software de la UE, más o menos abierto, federable e interconectable, que pudieran utilizar para crear su sede electrónica la Comisión Europea, los estados centrales, los estados federados, las regiones, las comunidades autónomas, los landers, los cabildos, las diputaciones, los ayuntamientos, los poderes judiciales, los sistemas de Seguridad Social, etc. Así se podría hacer compatible una mayor accesibilidad de las plataformas públicas y sedes electrónicas, a la vez que las administraciones tendrían el control de su ciberespacio.