“EL FIN DE LA MUERTE” DE CIXIN LIU:

¡Ojo, se destripa! Spoiler alert!

La tercera parte de la Trilogía de los Tres Cuerpos me ha resultado impactante, con una alta densidad de ideas espectaculares que por separado podrían servir de base de varias novelas de ciencia ficción.

Como el resto de la saga, me recuerda a los relatos de los primeros tiempos de la ciencia ficción, en los que cogían un concepto científico y lo explotaban para crear una situación que pudiera en marcha la historia. Cixin Liu hace eso, pero con conceptos científicos contemporáneos que no estaban disponibles para Julio Ferne ni para los autores de ciencia ficción de mitad del siglo XX.

El tono de “El fin de la muerte” es muy dramático, operístico, muchas partes de la lectura resultan sobrecogedoras.

El personaje de Cheng Xin me llegó a causar antipatía. Vale que es una persona de buenos sentimientos, a la que se llega a comparar con la Virgen María, y también es una persona creativa de pensamiento poco convencional, pero también es irreflexiva, con una impulsividad que parecería descansar en un puntillo de narcisismo. En la novela toma dos grandes decisiones que afectan al conjunto de la humanidad, basándose más en su intuición moral que en una reflexión sensata... con catastróficos resultados. Aun al final de la novela toma otra decisión sobre una pecera cuyas posibles pavorosas consecuencias quedan sin revelar, en un final abierto. Por eso Cheng Xin llega a resultar odiosa.

La antítesis de Cheng Xin es el que me parece el otro gran personaje de la novela, Thomas Wade, un tipo despiadado y duro, quizá un poco psicópata, pero que toma decisiones correctas para el futuro de la humanidad. Tiene una frase: “¡Avanzar! ¡Hay que avanzar a toda costa!”, que junto a su carácter de duro estratega me lleva a pensar si el personaje no es un reflejo literario de Mao Zedong. Convertirlo en estadounidense sería una buena manera de camuflar a Mao. Cheng Xin y Wade son personajes (o incluso arquetipos) completamente antitéticos.

Volviendo a Cheng Xin, el personaje me recuerda al Malachi Constant de “Las sirenas de Titán”, de Kurt Vonnegut Jr., aunque a Malachi le llega abandonar su suerte y a Xin no. La manera vertiginosa de moverse os personajes, sobre todo en la segunda mitad de la novela, y la visión de la condición humana, también me recuerda a “Las sirenas de Titán”, pero la novela de Vonnegut suaviza esa perspectiva con altas dosis de ironía y un chorro de ternura.

La ciencia ficción de cada país suele reflejar aspectos de si historia y me parece que esta saga de Cixin Liu nos trae ecos del encontronazo histórico del Reino del Medio con el colonialismo occidental y japonés que dio lugar al “siglo de la humillación”. Resulta refrescante leer ciencia ficción escrita por no anglosajones, salir de las proyecciones de la historia y la cultura estadounidense hacia el futuro, me había pasado con ciencia ficción española y ahora con ciencia ficción china. No conozco nada de ciencia ficción europea continental contemporánea y es de suponer que en Francia, Alemania e Italia se estará editando literatura del género ¿Me estaré perdiendo algo?