Cristianerías.

Escribiendo sobre cristianismo e Iglesia,

La religión nunca se presenta en estado puro, siempre aparece mezclada con identidades culturales y sistemas estéticos. Eso es un problema porque esas identidades culturales con las que aparece mezclado el cristianismo, aunque resulta atractivo para algunos, pueden repeler y atragantan a otros. Es corriente la experiencia de sentirse fuera de lugar en una iglesia por la falta de conexión cultural.

El cristianismo católico en España (o en Polonia) suele venir mezclado con identidad nacional-católica, que es conservadora, patriarcal, autoritaria y nacionalista. El catolicismo iberoamericano suele venir mezclado con identidad criolla y se identifica con las clases acomodadas caucásicas. El evangelismo pentecostal estadounidense de identifica con el nacionalismo-cristiano de derechas. La teología de la liberación se identifica con la estética de los movimientos de liberación política latinoamericanos de los años setenta. El evangelismo pentecostal latinoamericano se identifica con los sectores no-blancos y mestizos tradicionalistas. Las iglesias evangelical españolas se identifican con los inmigrantes latinoamericanos no caucásicos. Los movimientos de católicos progres, tipo Redes Cristianas, cultivan la estética y valores de la cultura progresista de la Transición, Hill Song intenta apelar a las identidades de clase media (o aspiracionalmente de clase media) jóvenes y globalizadas, expuestas a la cultura del entretenimiento comercial...

En las identidades culturales que aparecen como excipiente o aditivos del cristianismo, predominan las conservadoras, puede que por el papel de control social y cultural que jugaban las iglesias cristianas en los estados del Antiguo Régimen, puede que porque los conservadores ven la religión como un elemento más del corpus de identidad tradicional, por tanto validada como elemento de identidad o orden, más allá de la validación por la fe. Las iglesias y grupos religiosos de cultura progresista no disfrutan de ese doping del tradicionalismo que aporta un plus de adherentes, de manera que los adherentes a iglesias progresistas solo tienen la motivación de la fe y de a adhesión a un sistema de valores.

Sin embargo es probable que, igual que el agua destilada no es bebestible porque la ausencia de sales minerales impide su asimilación, la religión sin aditivos culturales y estéticos sea imposible. Los excipientes culturales y estéticos de la religión son inevitables, no cabe la absoluta neutralidad cultural o estética de una congregación cristiana, pero hay que evitar que la identidad cultural se coma la experiencia religiosa y que el predominio de determinados modelos culturales en las iglesias deje fuera a amplios sectores de la sociedad. Es así que en el contexto español es difícil que una persona progresista o con unos valores estéticos contemporáneos se pueda identificar o simplemente sentirse cómodo, ya no solo con la ICAR si no incluso con las iglesias reformadas de España. Incluso movimientos progresistas como Redes Cristianas tienen un inconfundible aroma a siglo XX.

¿Por que nunca apareció un culto religioso filo-hipster? ¿Por que no un culto religioso con estética y valores conectadas al 15-M?

Así que queda mucho hueco para lanzar experiencias cristianas compatibles con los valores de grupos sociales no tradicionales. En la ICAR eso choca con su fuerte identidad de iglesia monárquica y sistémica del Antiguo Régimen, aunque aun le quedaría algo de margen para experimentar en esa línea y es, de lejos, la denominación cristiana con más capacidad de hacer cosas de España y el mundo hispanohablante. En el caso de las iglesias reformadas españolas, ya no es solo que están peladísimas, que su cortedad de medios sea apabullante como para lanzar experimentos de culto, si no que la necesidad de atender con sus pocos medios a su tenaz feligresía, los estimula a mantener una identidad muy de barrio.

Quizá lo ideal para potenciar la diversidad cultural y estética de las iglesias sería que las personas laicas tuviéramos más entrenamiento, espontaneidad e iniciativa para organizar actos de culto no eucarísticos (se puede ¿vamos?), sin descartar iniciativas más potentes a imagen y semejanza de The Lithurgists o Hill Song.

Tras décadas de vida democrática y de desarrollo de una sociedad civil diversa, las opciones religiosas de los españoles siguen siendo llamativamente restringidas. Las opciones religiosas de los españoles son masivamente el catolicismo o la increencia. Dentro de la increencia incluyo tanto el agnosticismo como el ateismo.

Esto se puede matizar. Es frecuente encontrar personas que se autoidentifican como agnósticas o ateas que sostienen ideas o realizan prácticas mágicas o de la Nueva Era, por lo que en realidad tantos agnósticos no hay y hay más diversidad religiosa de la que parece, si no de que iban a vivir esas tiendas de artículos mágicos, esotéricos y de santería que proliferan por los barrios. Sin embargo, en líneas generales la población española, sobre todo los descendientes de nativos ibéricos, se autodefinen masivamente como católicos o no-religiosos, con una muy escasa representación de creyentes de otras confesiones.

Sin embargo, la sociedad española es una sociedad culturalmente diversa, con distintos estilos de vida, formas de pensar e incluso con distintas sensibilidades estéticas y morales ¿Como es posible que en una sociedad tan diversa y con libertad religiosa, haya tal unanimidad en torno al catolicismo como horizonte religioso de los españoles, bien sea en sentido positivo o en sentido negativo?

Parece claro que, a pesar de la democracia y la libertad religiosa, en España no hemos superado el marco nacional-católico, que identifica la adscripción a la Iglesia Católica Apostólica y Romana como la adscripción religiosa propia de los españoles o de las diferentes nacionalidades del Estado Español. Tampoco hemos superado la idea católico romana, propia del modelo de cristianismo oficial que instauró el emperador Teodosio, de que la religión ha de estar dirigida y protagonizada por unas autoridades sacerdotales, configuradas según el modelo de un magistrado del Bajo Imperio Romano, de manera que el fiel religioso no ordenado debe tener un papel secundario, subordinado e incluso pasivo, según el patrón de la liturgia de eucaristía católico-romana, inspirada en parte en el ceremonial de la corte imperial.

Tal desacople entre una sociedad culturalmente plural y abierta y una manera de entender lo religioso propia del Antiguo Régimen e incluso del militarizado Bajo Imperio Romano, sin duda influye (aunque no sea en absoluto el único factor) en la sequía de práctica y creencia religiosa, siendo incompatible con una exploración y vivencia adulta y libre de la religión, es decir, de las espiritualidades con dimensión colectiva.

Sin embargo el cristianismo no es un marco institucional cerrado, el cristianismo no es plural y nada impide al cristiano relacionarse o vincularse con aquellas denominaciones religiosas por las que sienta más afinidad teológica, eclesiológica, valórica o estética. Incluso, si no encuentra en su área nunguna denominación cristiana que le permita vehiculizar la parte comunitaria de su vivencia cristiana, hay que tener en cuenta que el cristianismo es de código abierto y con las herramientas de a Biblia y del creo de Nicea, más un catálogo variable de prácticas cultuales como puede ser el Libro de Oración Común, los cristianos pueden auto-organizarse con autonomía, salvando la importante dificultad de encontrar hermanos en la fe con la libertad, disponibilidad y capacidad para emprender un proyecto de asociacionismo religioso como ese. Tenemos el ejemplo de las iglesias evangélicas garajeras que salen adelante, aunque con un modelo generalmente personalista y vertical. Nada impide organizar congregaciones cristianas incluyentes o de otro signo, auto-organizadas, con cultos no eucarísticos (que son los que dependen de presbíteros ordenados), que se afilien o no a una denominación pre-existente en ese o en otro territorio.

En cualquier caso, es recomendable y síntoma de salud religiosa que las congregaciones religiosas se vinculen a alguna denominación para no caer en la desconexión o en el sectarismo, porque ser cristiano es ser miembro de la Iglesia (la universal, no necesariamente la romana) y la Iglesia es red e interconexión.

No ámbito da Coordinadora de Crentes Galegos propúsose reflexionar sobre o tema “Vivir en rempos de incerteza” e aquí vai a miña reflexión.

O sentimento de incerteza está moi presente neste tempo, temos sensación de precariedade tanto no eido persoal como, colectiva como eclesial. Pode ser útil abordar estas diferentes categorías de incerteza ou sentimento de precariedade de forma separada.

Precariedade persoal:

As condicións de traballo se tornaron moito máis volátiles. Os que nos integramos na vida adulta depois de rematar o período dos Trinta Gloriosos, educados cos esquemas dos Trinta Gloriosos, adoitamos ter que afrontar sentimentos de frustración e que afrontar traxectoriuas económicas e sociais minguantes que experimentamos como unha situación decadente, de constante amenaza económica e condificultades para a creación e mantemento dun proxecto de vida. As xeracións posteriores, milenials e xeración Z, xa creceron nunha sociedade neoliberal e inestable, o que deixa unha pegada no seu carácter que frecuentemente é causa dunha persistente tristura da mocidade, cando non de mala saude mental.

O traballador precario pasa a vida pedindo: pedindo traballo, pedindo que llo paguen, pedindo formación, pedindo axudas…Pedindo e recibindo “nons”, o proceso de procura de emprego é un proceso terrible no que o desempregado e ignorado e rexeitado unha e outra vez. Na cultura actual se fai ao precario responsable da súa situación por aplicación das doutriñas do pensamento positivo, a Lei da Atracción, Mr. Wonderfull ou o discurso meritocrático. Así se vai xerando no desempregado ou o mal empregado un sentimento de inadecuación, o sustitutivo contemporaneo do vello sentimiento de culpa. Fronte a ese sentimiento enfermante e desmotivador, o cristianismo debe proclamar a mensaxe da aceptación de Deus, de o recoñecemento por Deus do valor das súas criaturas e o seu poder sanador e redentor, de que Deus non se comporta como unha ETT ou como Infojobs, sempre hai postos dispoñibles na viña do señor e Deus sempre di si.

Se pode mirar o lado positivo da precariedade, pode servir para desvestirse de falsas seguridades que nos levan a adorar ídolos como o Status ou o Confort ou o Éxito, a pensar que polos nosos propios medios podemos ter as cousas baixo control, sentimentos enganosos que fan máis difícil a experiencia de Deus. Un pouco na liña do mantra contemporaneo de que non existen problemas se non oportunidades. Pero acolléndome nas ensinanzas so Libro de Xob non vou caer niso, nese optimismo obligatorio que hoxe en día nos envenena, da obriga de sorrir. Cando ás cousas lle foron mal a Xob el estaba ben amolado, ben adoecido e incluso un pouco enfadado con Deus, fronte a iso os seus amigos benpensantes (como predicadores do pensamento positivo avant la letre) insistíanlle en que debía abandonar esa actitude, que se Deus o decidira así tiña que aceptar a súa situación con resignación e estoicismo. Porén, ao final do libro, Deus mesmo revelaba que era a actitude de Xob a correcta, reveladora dunha relación cercana e sá con Deus. Así é que, si estamos amolados coa precariedade non temos que reprimir ese sentimento, podemos recoñecer ese sentimento se ter que reprimilo coste o que coste.

Cabe un cuestionamiento da figura do precario e de feito é doado atoparse con ese tipo de valoracións ¿Queixase de vicio? ¿O seu non é nada comparado coa situación dos auténticos pobres? Creo que hai que fuxir dunha certa idea de pobre que se cultiva no catolicismo, un pobre de peluche que se usa como exemplo, como fetiche moral e que sempre é un outro, un pobre no que nas homilías das parroquias se refieren sempre como un “eles”, dando por sentado de que o “nos” dos membros da parroquia non é pobre. Ese pobre ideal servíu en tempos para excluir a solidaridade das igrexas coa clase obreira (que non eran identificables con eses pobres de peluche idealizados), e agora tamén deixa fora aos precarios, novos empobrecidos, o que supoñe un uso perverso desta figura mítica católica do pobre ideal. Ademáis a figura do pobre de peluche desempodera ao pobre, que aparece como un suxeito pasivo sobre o que opera caritativamente gran “nos” da feligresía católica acomodada. Non é de extrañar que os pobres (e os precarios, e os buscavidas) de latinoamérica optasen polo pentecostalismo.

Sen dúbida fan falla grandes cambios no sistema económico e cultural para afrontar o problema da precariedade, mellorar as condicións laborais con mellora na condición legal dos traballadores, potenciación do sector público en liña coa restructuración verde do sistema productivo, redimensionar e mellorar a calidade das empresas empregadoras, a Renta Básica Cidadá… E no eido cultural, disminuir a influencia de pensamentos máxicos culpabilizantes como o pensamento positivo e as distintas supersticións dirixidas a acadar o éxito, eido no que as igrexas cristiás teñen bastante que dicir, pois semella que o “De correctione rusticorum” de San Martiño de Dumio volve a ter vixencia.

Incerteza colectiva:

A pandemia aumentou a nosa sensación de vulnerabilidad colectiva, ver desaparecer nos supermercados as botellas de lixivia foi dabondo para derrubar a sensación de abundancia, de que o noso sistema productivo é poderoso e pode con calquera dificultade.

A guerra de Ucraina trouxo de volta o medo ao holocausto nuclear, que xa críamos ter deixado atrás. Tamén nos ofrece unha imaxe de febleza da Unión Europea, que semella pouco máis que un balón de futbol no xogo entre Estados Unidos, a Federación Rusa e China, un xogo que pode resultar bastante perigoso, facéndonos dubidar das posibilidades dunha Unión Europea independente nas próximas décadas.

A inflación amenaza os nosos grandes ou magros patrimonios e sentimos a amenaza da depauperación.

Sen dúbida nunca houbo tempos tranquilos, o mundo sempre está máis ou menos en crise e se cadra cando un é novo se tolera mellor esa imprevisibilidade, pero semella que o xogo xeopolítico está cambiando, que se están reartindo novas cartas e non sabemos se as nosas van ser boas, malas ou peores. Preguemos polo mundo.

Precariedade eclesial:

E se hai ámbito no que os cambios culturais son especialmente impactantes é no cristianismo. As parroquias católicas minguan en asistencia e aumentan en media de idade. As comunidades de base cristiás progresistas tamén minguan e non atopan unha maneira de estar presente na sociedade e na vida do Pobo de Deus que resulte fructífera, as organizacións relixiosas reaccionarias parecen manterse e incluso crecer, funcionando como refuxio cultural da reacción e o patriarcado fronte a un mundo cambiante, como axentes de guerra cultural, pero desnaturalizándose tendendo a un cristianismo cultural valeiro de espiritualidade e experiencia relixiosa, viciono que tamén pode caer o cristianismo progresista. As igrexas cristiás galegas de denominacións non romanas fornécense en grande medida de fieis extranxeiros e non consiguen alcanzar aos nativos galegos e españois, que as ven como igrexas-guetto inaxeitadas para un ibérico nativo, independentemente da maior ou menor proximidade doutrinal ou eclesiolóxica, nun exercicio deficiente da liberdade relixiosa, froito da supervivencia dun prexuizo arrastrado do nacional-católicismo e incluso do antigo réxime absolutista, que asocia confesión e etnia.

¿O declive do cristianismo solucionaríase se as institucións cristiás fosen mási abertas, se aceptasen a ordenación de mulleres e home casados, se acollesen sen problema aos fieis LGTB? Pois non creo (ou polo menos non é a panacea), porque hai denominacións que teñen esas características, igrexas igualitarias e incluintes, que non é que se estean desbordando de novos fieis. O seu compromiso coa igualdade e a democracia interna é de xustiza pero non ten unha recompensa rechamante, polo que semella que o declive do cristianismo ten, ou tamén ten, outros motivos. Creo que por unha banda hai un momento baixo da espiritualidade, o sentimento espiritual é efizcazmente sofocado ou substituido por outras maneiras de estar no mundo, o presentismo (“hai que vivir o presente, o momento presente é o único real”), o consumismo, o cientifismo excluyente doutras formas de coñecemento (ata das humanidades nalgúns casos), a cultura da distración, que reprime pensamentos complicados mantendo a cabeza entretida, o esgotamento laboral, a doutriña da autodisciplina do control de pensamentos… E por outra banda, hai certo crecemento secundario de espiritualidades individuais, como a constelación da Nova Era, a Lei da Atracción, certas formas de coaching, a Wicca, etc, fronte a espiritualidades colectivas, ou sexa relixións, dada a desconfianza da nosa cultura individualista hacia calquera clase de organización.

Se pode comparar a situación actual da Igrexa, do cristianismo, co exilio Babilónico descrito en varios libros do Antigo Testamento ¿É unha fase pola que o cristianismo debe pasar para liberarse de certos condicionamientos, como o carácter identitario ou para superar a configuración como igrexa constantiniana? ¿É a maneira en que o cristianismo fai o tránsito de Occidente hacia unha nova forma de civilización?

Ás veces contrapoñemos a idea da Igrexa-Pobo de Deus á de Igrexa-institución, marcando a nosa preferencia pola primeira e dicindo que a segunda só é unha parte da Igrexa-Pobo de Deus, un concepto máis flexible e tamén máis difuso. A diferenciación é correcta, pero a vida dos fieis, sendo o cristianismo unha relixión enmimentemente colectiva, ten que artellarse en organizacións concretas, máis ou menos grandes, con ou sen NIF, con formas de organización diferentes segundo a cultura do entorno no que nacen e as conviccións dos seus membros. De maneira que non é válido pensar que entorno da Igrexa Católica Apostólica e Romana, igrexa institución, e incluindo a esta, está o espazo a modo de aureola do Pobo de Deus. No espazo do Pobo de Deus, da Igrexa Universal, hai moitas outras organizacións distintas, algunhas grandes como a ICAR, e outras pequenas, seguramente como algunhas organizacións do ámbeto de Redes Cristianas que é dubidoso que podan considerarse como parte da ICAR, por máis que só miren cara ela. Nese espazo do Pobo de Deus se cadra tamén hai individuos alleos a calquera organización, pero tendo en conta o carácter colectivo do cristianismo, semella unha condición moi incerta, infructuosa e tendente a desconexión, semella máis axeitado participar da actividade de algunha ou varias das organizacións, manifestación tanxible da Igrexa Universal. Entendo que facer Igrexa e conectar cristiáns e organizacións cristiás para xuntos orar, dar culto a Deus e anunciar a mensaxe de Xesús.

A pesar da fase baixa da espiritualidade e especialmente da espiritualidade colectiva, aínda hai cousas que se poden facer, formar colectivos cristiáns que ofrezan a sociedade formas diversas de ser cristián, inculturizadas nas diferentes sensibilidades e, estando a sensibilidade tradicional ben cuberta pola ICAR e as igrexas evanxélicas conservadoras, dirixíndose especialmente as sensibilidades culturais progresistas e alleas aos roles tradicionais de xénero e outro tipo. Para exercer como cristiáns compre non limitarse ao activismo e aos procesos de deliberación, se non que compre cultivar a oración e o culto, valéndose para tal fin de todo o acervo, a “caixa de ferramentas”, da Igrexa Católica e sen desbotar as ferramentas desenvolvidas por outras denominacións cristiás. Os cristiáns de tradición ou orixes romanos temos a inercia de considerar que o oficio eucarístico é o único acto de culto, e para celebrar a eucaristía é preciso un técnico sacramental, é dicir un presbítero (así é na tradición católico romana, ortodoxa e da primeira reforma protestante, creo que non na Sociedade dos Amigos e no anabautismo), así, se non hai un cura diante, en reunións de cristiáns parece que nos da reparo facer incluso unha oracón sinxela. Pero o certo e que hai moitas máis formas de culto a parte do oficio de eucaristía, no ámbito católico a litúrxia das horas e o rosario, noutras denominacións os seus equivalentes no Libro de Oración Común (case un manual de fagao vostede mesmo litúrxico) ou a litúrxia das igrexas pentecostais, ou a oración silenciosa cuáquera. Na Igrexa cada vez máis precaria, será necesario que o fiel cristiá adquira este tipo de habilidades sacerdotais, sair do tradicional rol de espectador e retomar a idea de sacerdocio universal (sen necesidade de confundir sacerdocio con presbiterado), practicando e sendo quen de oficiar liturxias non sacramentais, explorando as posibilidades do rito para a experiencia espiritual ou polo menos para crear emoción relixiosa.

Non creo que sexa posible sair no medio plazo da precariedade eclesial, pola contra creo que se intensificará, pero si se poden facer cousas para navegar por esa precariedade facendo rede, superando prexuizos, evitando adanismos, afondando no sacerdocio universal, experimentando co rito litúrxico, facendo rede, detectando afinidades doctrinais, eclesiolóxicas e estéticas para facer unión, formando nodos orantes na rede cristiá.

#cristianismo #precariedade #crentesgalegos

A través de Redes Cristianas me llegó una convocatoria promovida por los teólogos José Arregi (País Vasco-España), Tony Brun (EEUU), Gerardo González(Chile), Emma Martínez Ocaña(España), Elsa Támez (Colombia), José María Vigil (Panamá) y Santiago Villamayor (España) con la que buscaban reacciones y comentarios sobre su proyecto #posteista. En la comunicación ponían un enlace a un documento colgado en Google Drive en el que exponían de que se trataba su propuesta posteista. El documento ya no está accesible pero podéis ver de que se trata el #posteismo en las siguientes publicaciones:

https://www.enriquemartinezlozano.com/posteismo-y-no-dualidad-un-cambio-de-paradigma/

https://www.religiondigital.org/elblogdejosearregi/Teismo-ateismo-Posteismo-Dios72354834498.html

En la comunicación sometían una serie de cuestiones a los destinatarios, para que reflexionáramos sobre ellas y compartiéramos nuestras respuestas. Reproduciré a continuación las preguntas y mis respuestas.

¿Creéis con nosotros que esa sabiduría, todavía viva, en profunda mutación, encuentra una continuidad natural en el humanismo #bioecocéntrico que exponemos en el documento adjunto? ¿O en algo semejante?

No comparto las posturas de la iniciativa posteista. Me parece una manera de derivar al agnosticismo desde el cristianismo católico, un carril de salida, pero conservando la idea de autoridad moral institucionalizada del catolicismo, creando así una especie de agnosticismo-clerical en el que Jesús ya no sería nuestro salvador, el Hijo de Dios, si no más bien un referente de autoridad moral. Soy más bien partidario de lo contrario, de la búsqueda a tope de una relación con Dios y de cultivar prácticas religiosas que faciliten la experiencia de lo sagrado, así como de la superación de los esquemas de autoridad en las Iglesias, cultivando estructuras organizativas eclesiales tendentes a la horizontalidad y que se beneficien del progreso en los sistemas de funcionamiento de las organizaciones experimentado en los últimos siglos, superando el modelo establecido por el emperador Teodosio.

Por supuesto cada cual es libre de abandonar o cambiar sus ideas religiosas, pero al dejarlas no puede llevarse puesta su institucionalidad ni el rol social de la religión o postura religiosa que abandona.

-Ante el pluralismo y el desconcierto de nuestro tiempo, ¿podemos encontrar en el humanismo bioecocéntrico una fuente común de inspiración y acción transformadora?

La formulación del humanismo bioecocéntrico que he leido en https://drive.google.com/file/d/1MiWzXUvSK48m9tf35D6FI0QICDosA8qo/view?usp=sharing parece bastante difusa, un conjunto de principios humanistas que pueden ser comunes a un amplio abanico de posturas filosóficas e ideológicas y que tienen valor como reconocimiento de un consenso parcial entre diversos humanismos, pero no como un nuevo aporte al debate cultural y valórico. Como fuente de acción transformadora se puede acudir directamente a las filosofías e ideologías de las que el humanismo biocéntrico extrae sus principios.

Fundamentar esos valores humanistas en la palabra de un Jesús desdivinizado no refuerza esos valores en la deliberación pública producida en el marco una sociedad secularizada, el argumento de autoridad no tiene valor en el debate filosófico desde la ilustración, menos aún en un contexto postmoderno.

-¿Qué podemos aportar desde la inspiración de Jesús de Nazaret?

Desde la inspiración de Jesús de Nazaret como figura meramente humana poco podemos aportar.

Desde la condición de cristianos, seguidores de Jesús Cristo, Hijo de Dios, podemos participar en los procesos de deliberación colectiva aportando nuestras reflexiones morales, como cualquier colectivo, pero a la luz del Evangelio y del Espíritu Santo, “traduciendo” esas reflexiones al lenguaje común de la esfera pública y razonándolo. Pero además podemos aportar a la sociedad algo más valioso, porque solo los cristianos lo podemos aportar, la vía cristiana de comunicación con Dios y para ponerse en presencia de lo sagrado, con una visión de la persona como hija de Dios y del mundo que pisamos como tierra santa.

-¿Qué temas, iniciativas o propuestas, nos pueden ayudar a partir de ahora? ¿Cómo queremos seguir en este nuevo camino?

Para contestar esta pregunta habría que aclarar sus términos ¿A que “nosotros” se refiere? ¿A los católicos-romanos? ¿A los católicos-romanos progresistas? ¿A Redes Cristianas? ¿A los cristianos progresistas de cualquier denominación? ¿A los agnósticos, gnósticos o “new agers” de origen católico-romano?

Si el nosotros al que se apela son los cristianos progresistas, propondría como misiones: • Proyectar el mensaje de Jesús y la vida de la Iglesia (en sentido amplio, como Pueblo de Dios no entendida como una organización concreta) en el entorno cultural contemporáneo, teniendo en cuenta que en Europa vivimos en una sociedad post-cristiana. • Organizar y proponer a la sociedad actividades de oración, culto y adoración cristianas trinitarias, insertas en la cultura contemporánea y que resulten significativas para personas que viven la cultura contemporánea, desde una orientación progresista, inclusiva, participativa y democrática, dentro o fuera de la ICAR. • Mantener la presencia social del discurso cristiano progresista, sosteniendo el carácter liberador de la buena nueva y compensando la sobre-visibilidad del discurso cristiano conservador. • Anunciar el evangelio en los ambientes y a las personas de identidad cultural progresista, a las que no pueden alcanzar las organizaciones cristianas conservadoras.

Paz y bien:

Desde la Constitución de 1978 tenemos libertad religiosa en España, pero el ejercicio de esa libertad ha sido muy deficiente, generalmente se ha entendido como el derecho a poder elegir entre ser católico o agnóstico, no como un derecho activo a explorar libremente la esfera espiritual y a organizarse libremente para el desarrollo de actividades religiosas, con organizaciones grandes o pequeñas.

Los españoles tenemos marcado a fuego que el organismo competente para gestionar la religiosidad de los españoles es la Iglesia Católica Apostólica y Romana, siendo eso cierto tanto si eres católico más o menos practicante como si eres ateo, pues los ateos españoles suelen serlo en oposición a la Iglesia Católica Romana, con el catolicismo como referencia absoluta de que es lo que rechazan, o sea, suele ser un ateismo católico.

Esta concepción de la Iglesia Católica Apostólica y Romana (I.C.A.R.) como burocracia religiosa competente por defecto en asuntos relacionados con la espiritualidad de los españoles étnicos, viene de lejos. En el siglo tercero, en la cultura política de los imperios persa y romano, surgió la idea de que era necesario homogeneizar la manera de pensar de los súbditos mediante el establecimiento de una religión oficial. En el Imperio Romano, en ese siglo ya muy militarizado y con un gobierno imperial de tipo absolutista, ya se había experimentado con el culto al emperador y ahora se intentó establecer un sistema religioso oficial en torno al Sol Invicto. La cosa no cuajó, el cristianismo ya estaba muy extendido y no era compatible con el culto al Sol Invicto, por lo que el emperador Constantino renunció a imponer el culto al Sol Invicto como religión oficial y se vio en la necesidad política de establecer como tal al cristianismo... eso si, hackeando previamente el cristianismo para hacer una versión 2.0 más adecuada para servir de estructura ideológica del Imperio Romano. Así Constantino y luego el emperador Teodosio reformatearon el cristianismo haciendo que sus obispos y presbíteros adoptaran formas y funciones de la magistratura y sacerdocio tradicional romano, se establecieron vestimentas sagradas inspiradas en la de los magistrados civiles y religiosos romanos, la liturgia imitó protocolos ceremoniales de la corte imperial, etc. Así surgió la Iglesia Católica Apostólica y Romana como organismo oficial de la religiosidad, primero del Imperio, luego de los reinos medievales y finalmente de los estados europeos desde el renacimiento a, en España, 1978. Cuesta superar un orden mental mantenido durante tantos siglos en los que la I.C.A.R. ha funcionado como un Ministerio de la Religión.

Así nos encontramos con que a los españoles étnicos nos cuesta identificar nuestras inclinaciones religiosas con otras ajenas a la institucionalidad católica que nos corresponde por razón de nuestra etnia. Podemos adoptar con facilidad prácticas espirituales como la Nueva Era, el pensamiento positivo, la Ley de la Atracción o el presentismo porque no suponen colaborar con otra organización que la Católico-Romana que nos corresponde, pero relacionarse con organizaciones religiosas no católico-romanas (ya no digamos organizarlas) lo sentimos como algo impropio de nuestra identidad colectiva. Incluso hay movimientos religiosos disidentes inclinados a modelos muy semejantes e incluso idénticos a los propios de iglesias anabaptistas, luteranas, episcopalianas, cuáqueras, o del movimiento de Emerging Church, que parece que tratan de repetir la reforma protestante sin darse cuenta de que ya está hecha, sin quererse salir del paraguas de la I.C.A.R y sin que se les pase por la cabeza que sus talentos pueden dar más fruto en el marco de una organización religiosa ajena a la I.C.A.R., la burocracia sagrada que les corresponde como españoles étnicos.

¿CRISTIANISMO EN DECADENCIA?

El cristianismo que pervive en Europa es en su mayor parte un cristianismo cultural que funciona como un folklore que da identidad, pero para muy pocos el cristianismo es un camino espiritual o una manera de entender la vida. Hoy el día el cristianismo en Europa está desplazado por otros metarrelatos como el presentismo, el nihilismo, el consumismo, la Nueva Era o la concepción de la persona como una entidad esencialmente económica.

Además la idea de cristianismo sigue muy ligada a los marcos institucionales tradicionales en los que el cristianismo ha venido funcionando, marcos institucionales procedentes del Bajo Imperio Romano y desligados de las maneras de organización contemporaneas, lo que da a las iglesias, principalmente la romana, un valor de continuidad histórica pero a costa de desconectarla de la sociedad moderna, sin que los cristianos acertemos a hacer un ejercicio efectivo de nuestra libertad religiosa, asumiendo legitimidades históricas de las instituciones religiosas y manteniendo fuertes tabues respecto a otras formas de organización eclesial más contemporaneas y democráticas.

Es llamativo que llega a suscitar más adhesión incondicional el aparato institucional católico-romano que los propios principios teológicos y doctrinales que la Iglesia Católica Apostólica y Romana propone. Así es corriente ver propuestas rupturistas en materia teológica, que se alejan completamente del Credo de Nicea, del más esencial consenso doctrinal cristiano, y que pueden tener el carácter de propuestas gnósticas o new-agers, que sin embargo pretenden desarrollar su propuesta religiosa sin salirse del marco de la institucionalidad romana, a pesar de situarse mucho más lejos de la doctrina católica que cualquier otra iglesia cristiana. El rupturismo doctrinal más audaz unido al más tenazmente conservador vínculo identitario con una institución de organización monárquica. Tal es el grado de abracadabrante fascinación por el aparato institucional de la ICAR, una fascinación que llega a la idolatría, al priorizar la fidelidad al sentimiento de pertenencia a la institución sobre la fidelidad al mensaje evangélico o sobre el ejercicio coherente y adulto de la libertad religiosa de la que somos titulares.