LA ANOMALÍA DE LA HOMOGENEIDAD RELIGIOSA.

Tras décadas de vida democrática y de desarrollo de una sociedad civil diversa, las opciones religiosas de los españoles siguen siendo llamativamente restringidas. Las opciones religiosas de los españoles son masivamente el catolicismo o la increencia. Dentro de la increencia incluyo tanto el agnosticismo como el ateismo.

Esto se puede matizar. Es frecuente encontrar personas que se autoidentifican como agnósticas o ateas que sostienen ideas o realizan prácticas mágicas o de la Nueva Era, por lo que en realidad tantos agnósticos no hay y hay más diversidad religiosa de la que parece, si no de que iban a vivir esas tiendas de artículos mágicos, esotéricos y de santería que proliferan por los barrios. Sin embargo, en líneas generales la población española, sobre todo los descendientes de nativos ibéricos, se autodefinen masivamente como católicos o no-religiosos, con una muy escasa representación de creyentes de otras confesiones.

Sin embargo, la sociedad española es una sociedad culturalmente diversa, con distintos estilos de vida, formas de pensar e incluso con distintas sensibilidades estéticas y morales ¿Como es posible que en una sociedad tan diversa y con libertad religiosa, haya tal unanimidad en torno al catolicismo como horizonte religioso de los españoles, bien sea en sentido positivo o en sentido negativo?

Parece claro que, a pesar de la democracia y la libertad religiosa, en España no hemos superado el marco nacional-católico, que identifica la adscripción a la Iglesia Católica Apostólica y Romana como la adscripción religiosa propia de los españoles o de las diferentes nacionalidades del Estado Español. Tampoco hemos superado la idea católico romana, propia del modelo de cristianismo oficial que instauró el emperador Teodosio, de que la religión ha de estar dirigida y protagonizada por unas autoridades sacerdotales, configuradas según el modelo de un magistrado del Bajo Imperio Romano, de manera que el fiel religioso no ordenado debe tener un papel secundario, subordinado e incluso pasivo, según el patrón de la liturgia de eucaristía católico-romana, inspirada en parte en el ceremonial de la corte imperial.

Tal desacople entre una sociedad culturalmente plural y abierta y una manera de entender lo religioso propia del Antiguo Régimen e incluso del militarizado Bajo Imperio Romano, sin duda influye (aunque no sea en absoluto el único factor) en la sequía de práctica y creencia religiosa, siendo incompatible con una exploración y vivencia adulta y libre de la religión, es decir, de las espiritualidades con dimensión colectiva.

Sin embargo el cristianismo no es un marco institucional cerrado, el cristianismo no es plural y nada impide al cristiano relacionarse o vincularse con aquellas denominaciones religiosas por las que sienta más afinidad teológica, eclesiológica, valórica o estética. Incluso, si no encuentra en su área nunguna denominación cristiana que le permita vehiculizar la parte comunitaria de su vivencia cristiana, hay que tener en cuenta que el cristianismo es de código abierto y con las herramientas de a Biblia y del creo de Nicea, más un catálogo variable de prácticas cultuales como puede ser el Libro de Oración Común, los cristianos pueden auto-organizarse con autonomía, salvando la importante dificultad de encontrar hermanos en la fe con la libertad, disponibilidad y capacidad para emprender un proyecto de asociacionismo religioso como ese. Tenemos el ejemplo de las iglesias evangélicas garajeras que salen adelante, aunque con un modelo generalmente personalista y vertical. Nada impide organizar congregaciones cristianas incluyentes o de otro signo, auto-organizadas, con cultos no eucarísticos (que son los que dependen de presbíteros ordenados), que se afilien o no a una denominación pre-existente en ese o en otro territorio.

En cualquier caso, es recomendable y síntoma de salud religiosa que las congregaciones religiosas se vinculen a alguna denominación para no caer en la desconexión o en el sectarismo, porque ser cristiano es ser miembro de la Iglesia (la universal, no necesariamente la romana) y la Iglesia es red e interconexión.